10 de la mañana. Me voy a la playa en bici. Preparo mochila con toalla, sombrero, agua, música y el libro de turno: Niebla, de Unamuno, que quién me iba a decir a mí que lo volvería a leer en Miami. Y mientras, me acuerdo de Mafalda y del pedazo de premio que le han dado a su padre, y es que esa si que es una filósofa. Sólo a ella se le podría ocurrir decir:“Comienza el día con una sonrisa y verás lo divertido que es ir por ahí desentonando con todo el mundo” o "La vida empieza a los cuarenta [lee en un periódico]. ¿Y entonces para qué cuernos nos hacen venir con tanta anticipación?" o "No es cierto que todo tiempo pasado fue mejor. Lo que pasaba era que los que estaban peor todavía no se habían dado cuenta"Genial criatura.Bajo mis 24 pisos, llego a la calle, me planto los cascos y… Me sorprende La barbería del Sur con La alegría de vivir, y así, de repente, me sube un buen rollo por el cuerpo que se transforma en pedalear como una loca y si, cantar a grito pelao. Porque a mi que más me da lo que piensen de mi los transeúntes que me escuchen. Mira esa loca como grita. Pues si. Grito mucho cuando grito.Cruzo Alton Road y una tremenda moto, con conductor sin casco (como el 90 % de los moteros de aquí), se para a mi lado y me mira, me mira y sonríe. O igual se ríe de mi, porque yo sigo a lo mío. Y entonces otro ciclista con pelo a lo afroque transporta una tabla de surf con una mano y con la otra conduce su bici, me acompaña un ratito y canturrea conmigo vete a saber tú el qué, y yo me acuerdo de Verano azul. Me adelanta, con tabla y todo, o sea que no debo ir tan rápido como creo, y se despide de mi soltando la bici cerrando el puño y lanzándolo al viento. Un pirao más de South BeachSeguimos bajando hacia Ocean Drive mi alegría de vivir y yo. Y me acuerdo de que esta noche tengo una cenita con amigas y me pongo más contenta aún. Que aunque la cena es para despedir a una de ellas que regresa a España, estoy contenta por salir, por pintarme el ojo y subirme a unos taconazos, y por supuesto por cenar con ellas. Mis grandes amigas de Miami, ahí queda.
La alegría se termina para dejar paso a Salud, dinero y amor de Calamaro y…, ¡¡¡¡Oooohhhhh!!!! ¡¡¡¡Cómo me gusta esa canción!!!! Me gustan todos y cada uno de sus brindis. ¿Qué hay mejor que quererse toda la vida? Pues eso: que la salud no falte a toda la humanidad, desde un rincón del mundo brindo contigo. Y mañana, lluvia de estrellas y de deseos.