Sin embargo, los momentos posteriores al fatal desenlace cortaron rápidamente el drama. Haciéndole el lecho para su descanso eterno le dio a mi padre un infarto. Por suerte fue leve y ya está en casa desde el miércoles por la tarde, tras hacerle el lunes un cateterismo. La cosa ha quedado en un susto y un aviso. Eso sí, ya os imaginaréis los agotadores y preocupantes
días de hospital (incluido mi cumpleaños el Domingo...) que hemos pasado, sobre todo los primeros.Pero como decía en el título de la entrada, aunque todo lo malo se junta, también hemos tenido nuestra dosis de alegría, que tanto necesitábamos en esta casa. El mismo miércoles que salió mi padre adoptamos un trasto negro de apenas 3-4 meses que algún desalmado sin corazón había abandonado. Le hemos puesto Nero y es un auténtico diablillo con mini-patas: roba zapatos/calcetines, se hace pipí dentro de casa, se sube a sofás y camas como si llevase aquí toda la vida, muerde, es imposible darle su medicina anti-gusanos... Es incansable y era lo que necesitábamos para subirnos un poco la moral.Mucho prepararle la canasta... pero no ha estado ahí más de 10 min...Y ya aprovecho esta entrada para presentaros a Bruno, que llegó en Febrero del año pasado. Era otro perro abandonado que lo tenía una familia que lo había recogido pero no se lo podían quedar, pues al parecer ladraba demasiado para los vecinos que les iban a obligabar a sacrificarlo. La protectora no se lo podía quedar por saturación, pusieron un aviso desesperado en twitter y yo convencí a mis padres. Aunque el primer día con Snoopy la cosa fue francamente mal y temimos que no nos lo podríamos quedar, acabaron por hacer las paces. Llegaron a llevarse bastante bien.Bruno es un perro magnífico, fuerte como un toro, con una energía enorme. Pero además, es muy bueno y cariñoso. Nuestro único problema con él es que entre carreras, que destrozan el césped, y boquetes en las jardineras, el pobre jardín está hecho un desastre.Así que ahora tenemos una pareja bastante alocada. Se han llevado bien desde el primer momento, juegan sin parar y, al menos por ahora, no ha habido problemas por la comida porque les damos por separado. Sabemos que Bruno estaba triste por Snoopy, así que para él también ha sido una necesaria fuente de energía y optimismo.Quizás por concluir un poco, la vida puede ser una gran mierda, pero hay que saber sobreponerse a los malos ratos, quedarse con los buenos y buscar día a día nuevos motivos para sonreír. Y aunque se sepa que llegarán los días de dolor por la separación de nuestras queridas mascotas, la vida es mucho más alegre con ellas que sin tenerlas por el miedo al desenlace inevitable. Yo, al menos, me quedo con eso y sé que siempre tendré animalitos en casa.