La alergia

La imagen se corresponde con la celebración en Barcelona, del triunfo de España en el pasado Mundial de Fútbol, una imagen que, a buen seguro, habrá producido un considerable sarpullido a numerosos políticos nacionalistas. Para la Eurocopa venidera no tendrán este tipo de problema, gane o pierda “la Roja”, porque, pese al patrocinio de Hyundai, los ayuntamientos vascos y catalanes, no están interesados en la instalación de pantallas gigantes que retransmitan los partidos de fútbol. La ignorancia es tan grande, que muchos nacionalistas acudieron en la pasada final mundialista, con banderas de Alemania, lo que prueba, no tanto el deseo de independencia propio, sino el odio a lo ajeno, y todo sentimiento negativo, es nocivo por definición. Uno, que desea ver triunfar al Madrid y al Barcelona fuera de nuestro país, no alcanza a entender los mecanismos por los que un vasco o un catalán desean la derrota del conjunto nacional, que no deja de ser una forma de tirar piedras contra el propio tejado. Lo malo no es la perversión intelectual de estos jóvenes, motivada en buena medida por las políticas educativas que sostuvieron gobiernos tanto socialistas como populares; lo peor es que sus iniciativas tengan eco y apoyo en los mandatarios municipales, a quienes se les habría de suponer un poco más de cordura social y política.