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La alimentación light, ¿La más saludable?

Publicado el 17 abril 2017 por Braisly @BraisLY

La alimentación light, ¿La más saludable?“La teoría es cuando se sabe todo y nada funciona. La práctica es cuando todo funciona y nadie sabe por qué”. Albert Einstein.

Hola a todos, chicas y chicos de Mentalidad Fitness. Estamos aquí una semana más para hablar de un tema controvertido. Como viene siendo habitual.

Hoy nos metemos de lleno en el tema de los llamados alimentos light.

Una moda “reciente”.

Los alimentos light nacieron y se comenzaron a expandir en América, principalmente, alrededor de los años 80.

Si bien, las primeras investigaciones se llevaron a cabo al final del s. XIX cuando, por las guerras en pos del racionamiento del azúcar, empezaron a buscar sustitutos del mismo.

Pero, fue en la década de los ’90 cuando tuvieron su auge en los laboratorios, donde la investigación fue más potente y crucial a la hora de crear nuevos productos.

Podemos decir que, surgieron como respuesta a una “demanda de productos más saludables”. Y el beneficio que solía ofrecer era: lo mismo, pero más saludable.

Pero, ¿Qué había y qué hay de cierto en ello?

Estos productos se difundieron rápidamente en el mercado con increíble y efectivas técnicas de marketing.

Cuando la marca de bebidas número uno en el mundo quiso complacer a: deportistas, mujeres que no querían engordar -o bien, querían adelgazar- y a los diabéticos; lanzó al mercado su nueva bomba estrella. La Coca-Cola Light, o Diet Coke.

Lo mismo, pero más saludable. Porque no tiene azúcar.

Así mismo, se unieron otras marcas pero un paso por adelante, y con premisas parecidas.

Tu salud nos importa lo mismo que una cartera vacía.

Otras compañías aprovecharon el tirón y sacaron al mercado sus productos light.

Pero vayamos un segundo atrás.

¿Qué fue el detonante de este fenómeno económico, cultural y social?

No olvidemos que, para que un gran cambio se produzca de esa manera, debía haber una justificación lo suficientemente fuerte que permitiese dicha dinámica.

Con esto, nos remontamos a los años posteriores a la II GM.

Una vez finalizada la guerra, EEUU -sin labores de reconstrucción de su país- estaba dedicando tiempo, esfuerzos y recursos a la investigación en materia alimentaria y en la salud.

Y todo esto, basado en una corriente científica apoyada en unas directrices que -a día de hoy- se sigue impartiendo como doctrina en Universidades y centros especializados, si bien ya está siendo bastante refutada.

Directrices que fueron interpretados de manera interesada.

Así, se pusieron sobre la mesa estudios que relacionaban el consumo de grasas y poblaciones con tasas de obesidad más elevadas. Y, en cambio, en sociedades donde primaba el consumo de cereales y carbohidratos en general -debido a la agricultura-, se observaban tasas de obesidad y sobrepeso menores.

Vaya, que en América donde se comía más carne, huevos, mantequillas, frutos secos estaban siendo “atacados” por la epidemia de las grasas.

En resumidas cuentas, este fue el denominado Estudio de los siete países , de Ancel Keys.

De ahí, la teoría “no comas muchos huevos, que te va a subir el colesterol”. Y todo el mundo sabe que el colesterol es malo. Si lo dice Danacol y Vicente del Bosque.

Ahí fue cuando, sucedió algo aun más crazy.

El Gobierno americano apareció en la televisión para aconsejar a la población: adoptar una dieta baja en grasa.

Los investigadores se encontraban con un presupuesto que no les permitía seguir trabajando. O bueno, podían tener dinero para investigar. Las multinacionales de alimentos light estaban ahí para apoyarles.

Gratuitamente.

Y vosotros, ¿Qué creéis que sucedió?

Pues, evidentemente, los investigadores necesitaban comer; por tanto trabajar y, aceptaban las aportaciones de estas benéficas empresas.

Como parte del trato, los alimentos light no eran dañinos. Eran lo contrario. Y el problema, estaba clarísimo: las grasas.

Además, apareció un factor que se empezó a primar por encima de otros: si tenemos Proteínas (malas para el riñón), grasas (malísimas para la obesidad, el colesterol…) y tenemos carbohidratos, ¿Cuál vamos a elegir? Y sí, apareció el factor importante. Las KCAL: las calorías.

Todo empezó a basarse en calorías.

Por otro lado, las grandes multinacionales de la alimentación lanzaron al mercado el famoso “pack ahorro”: con ellos, llegar a fin de mes, era más sencillo. De esto, otro día.

Y cuando los productos que se consideraban saludables debían tener un contenido calórico no muy elevado, ¿Qué hacemos?

Una pregunta sencilla de contestar si sois asiduos a Mentalidad Fitness:

¡Quitemos las grasas!

Claro, porque si 1 g de Proteína son 4 kcal

1 g de Carbohidratos son 4 kcal y,

1 g de Grasas son 9 kcal,

¡Fácil!

Entonces:

Leche, desnatada.

Yogures y postres: desnatados.

Cereales: 0,5% de grasa. Especial K’gada.

Galletas: bajas en grasa.

Zumos: 0% grasa.

Honestamente, ¿Dónde tiene la fruta y los cereales una grasa que sea necesaria retirar?

En estos casos, ¿Cuál fue el el efecto paralelo?

Cuando removemos la grasa de los productos lácteos, estamos quitando básicamente la parte donde se encuentran los micronutrientes. La leche desnatada, por ejemplo se encuentra vacía de la Vitamina A, D y E que, la leche entera posee.

El quitar la grasa suele venir acompañada del remedio para volver a hacer cremoso al producto: añadir azúcar. Y eso, es mucho mejor. O almidón de maíz modificado. Directo del laboratorio a la boca.

Además, lo siguiente. El consumo de alimentos light produce una menor saciedad, por lo que tenderemos a comer más. Existe una relación directa entre: proteínas, grasas y saciedad. Por su digestión más costosa, que requiere de mayor tiempo y energía, por lo que nos sentimos satisfechos por un mayor período de tiempo.

Todavía se podía mejorar.

Un producto light no sólo tiene que ser saludable -realmente eso es lo de menos-, tiene que parecerlo.

Y para ello, ¿Qué mejor que unos buenos anuncios? Unas cuantas personas corriendo, y un envase de color rosa.

Y funciona. Para las ventas.

Ahora lee la línea que remarqué más arriba.

El presente y el futuro.

En la actualidad nos encontramos en un momento de transición.

Según a quíén preguntes, te dirá una cosa u otra. En tanto que no todo el mundo está puesto en el tema de la alimentación saludable. Unos por ignorancia, otros por dejadez. Y sí, que sólo se vive una vez. Y, si no bebes, fumas o follas, ¿Para qué coño vives? Joder, pues mantente sano para vivir mejor. Si total, vamos a vivir hasta que algo ocurra. Mejor que no sea por estupideces, digo yo.

La transición se centrado en:

productos light bajos en grasa ⇒ bajos en grasa y bajos en azúcares, o 0% azúcares.

Algo que, sin duda es prometedor.

Aunque es poco prometedor que, a su vez, se introduzcan edulcorantes que, a día de hoy no podemos calificar de seguros, sí de inseguros en dosis altas. El problema es que no existen aun, estudios independientes que avalen la seguridad o inseguridad de los edulcorantes artificiales en un consumo a largo plazo.

Además, con el tiempo se ha vuelto trendy la alimentación ecológica. La alimentación vegetariana, o vegana (por ser, supuestamente más saludable, respetuosa con los animales y con el medio ambiente), dietas basadas en nuestros antepasados (paleolítica), así como otros numerosos protocolos alimentarios -que suelen asegurar y predicar el fin de todos los males-.

Lo que yo considero importante es: comer lo más saludable posible. Y eso supone, como ya dije en artículos antiguos, renunciar a productos procesados, donde se utilizan aditivos, azúcares refinados, grasas hidrogenadas, sal en cantidades del mar negro; optar por alimentos que tengan una alta densidad nutricional, esto es, un gran aporte de nutrientes, como: verduras, hortalizas, frutas, huevos, carnes y pescados de calidad, en la medida que cada uno quiera y pueda.

Esto ha sido todo por hoy, nos leemos en próximos artículos, ¡amigos de España y Latinoamérica!

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