Esta tarde, mientras me encontraba tumbado en el sofá, he decidido ponerme a hacer “zapping” y pasando de canal en canal me he encontrado con la película: “La Amistad”. Un largometraje estrenado en 1997, dirigido por el gran director norteamericano Steven Spielberg y con un espectacular reparto de actores, donde cabe destacar Matthew McConaughey, Morgan Freeman o Anthony Hopkins, entre otros muchos.
La película, basada en una historia real, narra los años que trascurrieron desde que la embarcación llamada “La Amistad” sufrió un motín en 1839, por parte de los esclavos negros que eran trasladados, en dicho barco, desde las costas de Sierra Leona a Cuba. Hasta 1841, cuando esos esclavos consiguen la libertad, a través de una sentencia del mayor tribunal de justicia de Estados Unidos.
Así pues, durante el transcurso de la película, las escenas donde se muestra la crueldad que los esclavistas utilizaban contra estas personas africanas resultan habituales. Esta no es una película para personas extremadamente sensibles, porque, estoy seguro, no pararan de llorar durante gran parte de la visualización de la misma. A parte de estas escenas, y de la demostración del trato que estos seres humanos recibían, que rozaba lo inhumano, es decir, eran tratados peor que animales, también se refleja la confrontación existente entre las personas “libres” que se oponían, con rotundidad, a esta práctica, tan habitual en aquellos tiempos, y los que la defendían a capa y espada, por cuanto resultaba un negocio muy jugoso para determinadas personas. A su vez, y durante la segunda parte de la película, el espectador, también, puede observar como los tribunales se encontraban muy politizados, anteponiéndose, en muchos casos, los intereses económicos de una minoría a la verdad o la justicia.
En definitiva, me parece una gran película donde la gente se podrá hacer una idea muy real de la situación que los esclavos del siglo XIX vivieron, y de como existían personas que no eran consideradas como tal por el simple hecho de tener un color de piel diferente, algo que por desgracia aún no se ha erradicado en el planeta.