Una noticia que presentaba la deshumanización de la sociedad capitalista y la necesidad de cambiarla dominó este fin de semana las cadenas televisivas españolas, ávidas de temas sentimentales a los que se lanzan al unísono para convertirlos en el único motivo de reflexión de sus millones de votantes-espectadores.
Era el desahucio de la casa en la que vivía desde su juventud, en Vallecas, Madrid, una señora de 85 años, Carmen Martínez Ayuso, por no haber pagado una hipoteca firmada con un prestamista para un crédito concedido a su hijo.
Mientras la anciana lloraba acongojada, miembros de la Plataforma Stop Desahucios, cercana a Podemos, se oponían a gritos y empujones al desalojo judicial; aquellas durísimas escenas aparecerían después en todas las televisiones.
El club de fútbol local, el Rayo Vallecano, satisfacía a los “Bukaneros”, sus forofos de la ultraizquierda violenta, anunciando durante un partido de primera división que le pagaría el alquiler de una vivienda.
Hay numerosas preguntas que no plantearon las televisiones, como por qué el hijo de Doña Carmen, que es analfabeta, le embargó la casa, además, con un conocido usurero.
Tampoco informaron de que antes del desahucio el ayuntamiento le ofreció en dos ocasiones una residencia y/o un piso tutelado, pero que ella y su hijo las rechazaron porque, explicaron, esperaban evitarlo con apoyo de la Plataforma Stop Desahucios.
En último caso dijeron, según el ayuntamiento, ella iría a la casa de la novia de su hijo, cincuentón cuyos gastos o inversiones nunca se indagaron para mantener el´victimismo populista.
Lo que parece haberse iniciado con las malas decisiones de ese hijo que arruinó a su madre, se convirtió en un conmovedor alegato a favor de tesis político-sociales rupturistas, de ese Podemos que todo lo aprovecha.
Es otro contagio del ébola sensiblero del periodismo televisivo, alejado del contraste informativo racionalista y de la investigación profunda, y que sólo busca hacer llorar a este país que busca culpables de todos los males en las alturas y no en las conductas individuales.
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SALAS