Vamos hoy con uno de esos secretos que hacen auténtico honor a su nombre, con un ser angelical que poquísima gente conoce y que, desde que lo tuve ante mis ojos, no he podido apartar de mi cabeza. Una de las esculturas más sobresalientes de Madrid y que precisamente nos espera en un lugar tan recóndito y discreto como el interior de un panteón. Es su increíble discreción lo que lo hace tan especial.
Si hacemos una encuestas sobre cuál es el ángel más famoso de Madrid casi todo el mundo incluirá en sus respuestas el 'Ángel Caído' de Ricardo Bellver del Parque del Retiro. Sin embargo, bastante lejos de aquí, apartado de los objetivos fotográficos y del jaleo nos topamos con un ser mucho más sereno y bello y de una belleza mucho más rotunda. Pude conocer a este increíble ser hace unas semanas cuando acudí a una visita guiada por el Cementerio de San Isidro, experiencia altamente recomendable y de la que encontráis más info en este enlace. Durante el recorrido por el camposanto más antiguo de Madrid (ya que data de 1811) pudimos conocer numerosos secretos, vimos obras con la firma de Antonio Palacios o de Mariano Benlliure y hablamos de personajes como el Doctor Velasco o la famosa artista La Fornarina. Sin embargo, el colofón final a este paseo nos aguardaba, mudo y escondido, en el interior de un panteón.
Fue en el Patio de la Purísima Concepción cuando accedimos a las entrañas del bonito panteón de los Marqueses de la Gándara. Allí dentro nos aguardaba una sorpresa que enmudeció al grupo por su intrigante belleza. Se trata de una ángela, que no ángel como muestran sus pechos al aire, que lleva la firma del escultor Giulio Monteverde y que fue esculpida en Roma en el año 1883, tal y como se puede apreciar en una inscripción de la misma. Propio del espacio que habita y custodia. Este ser angelical, realizado en mármol de Carrara, nos recibe con un rostro de semblante taciturno y triste. Sentado sobre una tumba, detiene el aliento en las distancias cortas, por la serenidad que transmite. Los pliegues de los mantos son tan reales que parecen que, ante la más mínima ráfaga de viento se vayan a deshacer. No obstante a mí lo que más me enamoró fue el tamaño y detalle de sus alas. Indescriptible.
Este ser tan divino muestra su faceta más terrenal con varios rasguños sobre su cuerpo, silenciosa herencia del paso de la Guerra Civil por este lugar. La ángela de Monteverde de estar en un museo como el Prado o en un lugar mucho más visible tendría un reconocimiento a la altura de su soberbia ejecución. No obstante, el hecho de que habite dentro de un panteón cerrado al público (sólo accesible en este tipo de visitas) hace que sea un auténtico secreto de Madrid y que, por otro lado, su hermosura nos sorprenda aún más. Además de por lo perfecta, por lo inesperada.