"Pintando aprendí a mirar, entendí que la realidad es mucho más compleja de lo que parece, la pintura me ayudó a resolver lo que no se puede decir con palabras y es en la mancha donde consigo entender algo".
Me gustan mucho las pinturas de Paula Bonet. Y poco más puedo añadir sobre el motivo por el que compré su novela. A veces es así de simple: me gustaba cómo se expresa en los lienzos. Hoy traigo a mi estantería virtual. La anguila.
Estamos ante una novela de autoficción. Esto significa que con un fuerte contenido autobiográfico, del que muchas veces ya tenía noticia como seguidora de Bonet, la autora utiliza la ficción para encontrar la forma de relatar su historia. Una historia que había dicho muchas veces que pintaba porque no encontraba las palabras y que ahora ha sabido plasmar con letras. Y saber eso significa entender el desbloqueo para hablar que sufren muchas personas incluso años después de lo que les haya acontecido. También es importante para entender por qué unos tienen nombre y otros no en esta novela, para ver similitudes pero no buscarlas y entender que solo una concepción estética como la de Bonet puede concebir esta novela.
Si en "Qué hacer cuando en la pantalla aparece THE END" la autora se asomaba a su propia historia dejando al lector realizar una parte del camino entre sus ilustraciones, en La anguila se muestra de una forma más directa sin por ello perder parte de la esencia de la artista que se muestra más entre bambalinas que de cara al escenario. Y es que es cierto que en la novela conocemos a una estudiante de Bellas Artes que nos muestra sus pasiones, la pintura, su abuelo, sus cartas y citas. También es cierto que se desnuda y nos habla de tres hombres a los que, lejos de poner un nombre, cita con un apelativo, ya sea "Sinnombre", "Hombrecito" o "Premio Nacional de Poesía", reclamando como propia una historia en la que dando nombres podríamos despistarnos al juicio olvidando, como ha pasado más veces, fijarnos en la víctima. Y es que Bonet habla, sí, de abortos (voluntario o no) y de abusos (sexuales o no), habla de familia y de admiración incondicional, habla de aprender a pintar y no habla, pero deja una clara muestra, del por qué de su evolución, de aprender a expresarse, de elegir qué y cuánto mostrar y añade también citas y pasiones. Al igual que sucede con su obra pictórica en La anguila leemos un contraste de belleza, aquí plasmada en una búsqueda del lirismo, con la realidad más sucia y ese es el punto fuerte de la novela. La mezcla, el batiburrillo a ratos de las formas utilizadas, las técnicas, las vías, para componer una idea general al final de la novela que permanece fija en el lector. Y es que a estas alturas he descubierto que le preguntaría muchas cosas pero ni un solo nombre, porque cuando alguien se desnuda uno no pregunta de qué marca eran sus zapatos.
"La anguila" es una primera novela de quien ya había encontrado vías para relatar su historia. Es un pulso estético con la realidad, una reivindicación de la propia identidad y un homenaje a quienes han marcado tu vida. Me ha gustado. Tiene además un puntito disfuncional... como la propia vida.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.