La Ansiedad, como combatirla efectivamente.
Si tuvimos algún acontecimiento cercano que nos ha marcado profundamente, es posible que derive en ataques de pánico o ansiedad.
Es normal, en la vida diaria padecer una leve ansiedad por ciertas cosas, pero, cuando esta ansiedad se transforma en sentimientos de confusión, impotencia, miedo extremo es cuando tenemos que preocuparnos.
Quisiera exponer una experiencia propia vivida que quizás sea de gran ayuda para quienes padecen de ataques de pánico o ansiedad:
“Un día hace unos años, después de haber trabajado durante veinte largos años en tareas administrativas, me dí cuenta que no podía salir de mi habitación para ir a la oficina. Se pueden imaginar, que estando acostumbrado a visitar casi a diario toda clase de entidad pública para hacer diversos trámites que así lo requerían, de pronto no podía siquiera salir de mi pieza.
Lo primero que hicieron mis hijos fue llevarme a un psiquiátra, el que me encontró con muy bajo peso y temblando. Como primera medida me dio algunas recetas para lograr un aumento de peso lo más pronto posible, que consistía básicamente en una dieta láctea, frutal y cárnea. Es decir hacer una mezcla en una licuadora con huevos y banana o manzana (tipo licuado) a la mañana y tomar un vaso considerable. Luego hervir carne y beber el jugo concentrado que quedaba al estilo de un caldo.
Como medida secundaria, pero según el médico muy importante, la medicación: Una serie de pastillas a la mañana, al mediodía y a la tarde.
Seguí todas las indicaciones y al cabo de unos tres meses había recuperado peso pero seguían los temblores y la imposibilidad de salir y tener contacto social.
En sucesivas visitas al médico le iba contando de mis avances, que en verdad, salvo el aumento de peso, no tenía otra novedad. Transcurridos prácticamente dos años desde mi primer visita al profesional y no teniendo novedades para contarle decidí tomar la iniciativa y me mentalicé que tenía que salir a dar aunque más no fueran unos pasos al aire libre.
Así fue como salí de a poco a caminar una cuadra alrededor de mi casa, luego dupliqué las cuadras y así sucesivamente fui aumentando la distancia.
Cuando pude darme cuenta del avance, me animé a más que eso y fui hasta la oficina de mi hijo que es contador, la misma queda a varias cuadras. Pude también comenzar a hacer las compras en supermercados, lo cuál era imposible hacer anteriormente.”
En la actualidad me encuentro ayudando a mi hijo en su oficina, por la mañana y la tarde y me siento mucho mejor, tal es así que he reducido la ingesta de pastillas y espero en un futuro no muy lejano poder dejar de tomarlas.