ENTREVISTADOR: Tanto Borges como usted han teorizado sobre el acto de lectura llegando a conclusiones parecidas. ¿Podría explicar en forma sintética su teoría de la ansiedad de la influencia?
HAROLD BLOOM: Mi punto de partida se fragua en torno a un largo estudio que estaba escribiendo sobre Yeats. Este estudio se transformó en otro que pretendía relacionar la poesía de Yeats con sus precursores románticos, en particular Shelley y Blake. Me pareció que una gran parte de la crítica escrita hasta entonces sobre el tema, como la de Ben Johnson en su Rambler, el movimiento de teoría nemótica o el clasicismo inglés que culmina en un ensayo como The Tradition of the Individual Talent de Eliot, estaban equivocadas o mal planteadas en lo esencial. Porque si se leen los comentarios de Yeats sobre Shelley o Blake se comprueba que éstos son los de un escritor obsesionado en leer de otra forma unos poemas precedentes. Son comentarios que proponen una lectura deliberadamente equivocada o perversa cuyo resultado convierte los poemas de Shelley y Blake en otros que podrían ser de Yeats. Lo que sugiero es que este intento de lectura, que es capaz de transformar el poema precursor enfrentándose apasionadamente con él, es un impulso creador que luego distinguiremos en la propia poesía del autor. Ser reducido e influido por otros textos anteriores, lo que en cierta medida podría verse como una especie de método condenado al fracaso, ha producido resultados tan fabulosos y creativos como la obra de Yeats o la de Borges.
ENTREVISTADOR: En la relación entre el autor y su precursor, usted ha insistido en los aspectos violentos y conflictivos.
HAROLD BLOOM: He intentado aplicar a Freud y a Nietzsche en mis propuestas teóricas. La idea de la ansiedad de la influencia que sostengo sugiere que la relación autor-precursor no es inocente sino perversa, conflictiva y agonística; y que el proceso de transmisión de influencias en la obra literaria —e incluso en materias artísticas o espirituales— es siempre el resultado de una factualidad brutal y contingente que relaciona distintos tropismos y contra-tropismos.
Harold Bloom
Conversaciones sobre Borges
Carlos Cañeque
Editorial: Destino
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Quizá la mayor enseñanza de Borges sea que la certeza de que la ficción no depende solo de quien la construye sino también de quien la lee. La ficción es también una posición del intérprete. No todo es ficción (Borges no es Derrida, no es Paul de Man), pero todo puede ser leído como ficción. Lo borgeano (si eso existe) es la capacidad de leer todo como ficción y de creer en su poder. La ficción como teoría de la lectura.
Podemos leer la filosofía como literatura fantásticas, dice Borges, es decir podemos convertirla en ficción por un desplazamiento y un error deliberado, un efecto producido en el acto mismo de leer.
Podemos leer como ficción la enciclopedia Británica y estaremos en el mundo de Tlön. La apócrifa Enciclopedia Británica de Tlön es la descripción de un universo alternativo que surge de la lectura misma.
En definitiva, el mundo de Tlön es un hrönir de Borges: la ilusión de un universo creado por la lectura y que depende de ella. Hay cierta inversión del bovarismo, implícita siempre en sus textos; no se lee la ficción como más real que lo real, se lee lo real perturbado y contaminado por la ficción.
Ricardo Piglia
El último lector
Editorial: Debolsillo
Foto: Harold Bloom