Para muchos, hablar sobre la ansiedad es un tema novedoso, siendo considerada por gran parte de la población como una emoción negativa en diferentes situaciones de nuestra vida.
La realidad es que no existen emociones positivas o negativas, todas ellas cumplen una función, quieren decirnos algo. Lo cual, podemos juzgar a la ansiedad como una dificultad lógica, un proceso normal que provoca respuestas de alarma.
La ansiedad puede aparecer en situaciones cotidianas en las que anticipamos consecuencias negativas no deseadas. Esto es, amenazas donde la ansiedad cumple un papel de ponernos en alerta, tanto a nivel fisiológico como mental.
¿Hablamos de una ansiedad generacional en la juventud?
Un aspecto notable que encontramos en consulta frecuentemente es el alto porcentaje de jóvenes que acuden con sintomatología ansiosa. Y es que, nos encontramos ante la generación con niveles de ansiedad y estrés más altos, así lo confirman numerosos datos actuales.
Los jóvenes muestran peores indicadores de salud mental, aunque esto no significa que tengan una peor vida que padres y abuelos. En este caso nos encontramos ante una “rotura de expectativas”; tienen una visión del futuro más pesimista. No es de extrañar tras haber pasado una pandemia que nos ha dejado una difícil integración al mercado laboral.
¿Qué está ocurriendo?¿Cómo es posible que hayamos llegado al punto de sentirnos culpables por el simple hecho de descansar?
El concepto de bienestar ha cambiado. Si antes nuestros mayores daban importancia a un trabajo duro, esfuerzo, rutina y estabilidad que, tras todo ese esfuerzo, se conseguían los mejores resultados, ahora los jóvenes están sometidos a una época de rapidez y éxito, enfocados en un aprendizaje continuo.
Nos encontramos con:
- La inmediatez e hiperestimulación que convierten al uso de internet en un estresor continuo. Existe una comparación de los mismos jóvenes con respecto a millones de usuarios de su misma edad.
- Alta presión académica, elevadas expectativas y metas altas.
- Decrecimiento de la actividad económica, lo que ha llevado a un aumento de la competitividad, creándose en muchos casos un sentimiento de fracaso.
- Miedo irracional al futuro. Pensamientos automáticos negativos están llevando a la población a un miedo continuo, a pensar en lo catastrófico, en lo peor que puede ocurrir, es un continuo “ponerse en lo peor” para sufrir menos cuando llegue alguna situación negativa.
- Se trata de una generación muy adaptativa, pero vivimos en un momento muy cambiante y todos estos cambios generan estrés.
¿Cuál es el primer paso para cuidar la salud mental de los jóvenes?
- Reconocer que algo está ocurriendo en nosotros y que emocionalmente no nos está haciendo sentir bien.
- Vamos a normalizar el hecho de pedir ayuda, como acudir a terapia, donde aprenderemos a manejar la ansiedad y las emociones.
- Necesitamos darnos prioridad: “mis necesidades van primero”. Aprender a poner límites a los demás y a nosotros mismos será clave.
- Tenemos derecho a decir que no, derecho a no justificarnos.
- Vamos a expresar nuestras emociones, cómo nos sentimos y qué pensamos ante una situación.
- Énfasis en nuestro autocuidado: hacer aquello que nos gusta, que queremos y/o necesitamos, nos llevará a tener un concepto claro de nosotros mismos y a no guiarnos por lo que puedan pensar los demás. Cuida tu sueño, haz ejercicio físico, cuida tu convivencia comunicándote de forma asertiva.
“Hay que escuchar al cuerpo”, no podemos mirar a otro lado y no hacerle caso.
Necesitamos aprender a parar a veces, ser inteligente, mirarnos y preguntarnos: ¿qué me sienta mejor a largo plazo?
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