Revista Salud y Bienestar

La ansiedad por comer

Por Dos
La ansiedad por comer


Por Benito Peral, psiquiatra
Las llamadas bulimias son una auténtica pesadilla para muchas personas. Aparece de pronto un deseo irrefrenable por comer, que va aumentando progresivamente y ocupando todo el psiquismo, no cede y sólo se acaba con el atracón. Los atracones suelen ser de cosas dulces o de hidratos de carbono y aunque pueden ocurrir a cualquier hora, son más frecuentes por la noche.

Es importante reconocer qué es lo que pone en marcha esta conducta impulsiva por la comida.
A veces es el resultado de llevar muchas horas sin ingerir alimento alguno, porque uno anda empeñado en llevar a cabo un régimen espartano de pérdida de peso: no se desayuna, apenas si se almuerza, nada de meriendas y cuando llega la noche la glucemia (el nivel de glucosa en sangre) está por los suelos lo que despierta un hambre voraz que arrasa con el frigorífico, el chocolate y la caja de galletas.
Otras veces es una frustración, el aburrimiento o la ansiedad lo que inicia el proceso. Puede parecer extraño pero cuando eso ocurre estamos repitiendo la pauta de conducta más antigua que cualquiera de nosotros hemos experimentado, pero que se nos olvidó y quedó en el inconsciente. La primera experiencia que uno tiene cuando viene al mundo es salir por un sitio muy estrecho, toparse con un foco de luz cegadora y romper en un llanto, con o sin azote previo. Tras esa primera frustración, tras esa primera angustia, llega siempre el pecho al que el bebé se abraza y del que mama, así acaba el llanto y vuelve la calma. Durante los primeros dos años, al menos, de nuestra vida la oralidad en forma de pecho, de biberón o de chupete será nuestro remedio a la angustia o a cualquier forma de frustración.
Para evitar el atracón es bueno de entrada comer al menos cinco veces al día y en pequeñas cantidades; detectar y enfrentar lo que nos angustia, mirarlo cara a cara, dejarnos sentirlo para intentar resolverlo o asumirlo; y, por si acaso, conviene tener el frigorífico repleto de fruta fresca y el armario vacío de galletas y chocolate. ¡Ah! se me olvidaba, y saber que la oralidad no es la única forma de calmar la ansiedad.
Fuente: El mundo

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