Revista Deportes

La aparente facilidad de ponerse delante del toro

Por Malaka

Mozo_de_espadas_en_Granada

El toro de hoy, y como consecuencia la jibarización de la corrida actual provoca que cualquiera con el mínimo valor, o la máxima necesidad, y un cursillo de parca capacitación esté listo para calzar taleguilla.

Y las escuelas de tauromaquia, sin control selectivo en la base, incapaces de sacar toreros de escalafón, son las “pateras” hacinadas de chavales que cada año desembarcan primero en la “mendicidad del oro” para, al tiempo, tener “papeles”, legitimarse con “la plata” y buscarse la vida a cualquier precio; total, “un capotazo por aquí, un chicotazo por allá, una banderilla al relance (luego pongo la otra), y si medio me tengo en lo alto de un percherón, con un sobresalto por tarde, y no todas, me hago picador”.

Ahora están proliferando dentro de las escuelas oficiales, otras clandestinas (ad hoc), y otras iniciativas voluntaristas, cursos para lo que llaman aficionados prácticos (previo pago de las clases, por supuesto). A nadie extrañe que cualquiera de los alumnos, bombero, panadero, albañil, etc. acechado por el paro busque su futuro como torero.

Luego está el negociado de los “mozos de espada” ( y sus secretarios, los “ayuda).

Por esas cosas inescrutables que tiene los sindicatos de sumar y sumar para dar sensación de fuerza y unidad, en la Unión de Picadores y Banderilleros militan indivisiblemente los “mozos de espada” ( y sus secretarios, los “ayuda”).

Estos no tienen que tener los mínimos de valor o conocimiento para pisar el albero con un animal en plaza, con lo cual la capacitación es mucho más primaria dando abono para que germine un “mozo de espadas” en cualquier barbecho, o —generalmente- en la huerta familiar; al fin y al cabo es un sueldo, o dos, de obligado cumplimiento, pues que todo quede “en casa”.

Parece que el único riesgo que asume el matador es que vaya “mal vestío”. Se colige del lamento del representante sindical de los mismos en la citada reunión al que el empresario Eduardo Canorea intentó aliviar: “pues tan difícil no será”, sentenció.

Pues eso, lo que dijo Canorea, da la impresión que ponerse delante del toro — o a un lado-, o detrás del torero —para vestir y darle los trastos- tan difícil no debe ser. Lidiar, picar, banderillear, torear es más complicado. Y da la impresión que muchos ni lo asimilan ni lo ejercen.

Cuando el del tendido, osadamente o no, piensa que “eso” lo puede hacer él, el espectáculo se devalúa, el roto y el descosido se equiparan y cualquier agujero es trinchera; de oro, de plata, de azabache, de hilo; con un jaco entre las piernas, o haciendo la silla.

Ustedes mismos.

¡Ah!, y sigan vetando plazas, que andamos sobrados de producción.”

Del artículo de Pedro Javier Cáceres, “La aparente facilidad de estar delante del toro.”


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