Owen Barfield
«Queda por considerar si el desarrollo futuro del hombre científico debe continuar inevitablemente en esa misma dirección, de manera que sea cada vez más un mero espectador, midiendo cada vez con mayor precisión y manipulando cada vez más ingeniosamente una Tierra respecto a la cual se torne cada vez más extraño desde un punto de vista espiritual. Su distanciamiento le ha permitido describir, pesar y medir los procesos de la naturaleza y, en gran parte, controlarlos; pero el precio que ha pagado ha sido la pérdida de la comprensión de cualquier sentido en la naturaleza y en sí mismo. Profundizar en el sentido de una cosa o un proceso, como algo diferente de la capacidad de describirlo exactamente, implica la participación del conocedor en lo conocido. El sentido de lo que estoy escribiendo no es la presión física de los dedos del pulgar e índice, o el tamaño de los trazos de tinta con los que formo estas letras, sino los conceptos expresados en las palabras que escribo. Y la única manera de profundizar en tales palabras es participar en ellas, darles vida en la mente pensando en ellas. Un chino que mirase esta página se limitaría, de hecho, a describir su apariencia exterior. Somos meros espectadores de una lengua que no comprendemos. Pero enfrentados a una lengua que hemos aprendido a comprender, no nos limitamos a observar la forma de las letras, pues en el acto mismo de observar "leemos" en ellas su significado. De la misma manera, si queremos conocer el sentido de la naturaleza, debemos aprender a leer así como aprendemos a observar y describir. ¿Existe alguna posibilidad de que el hombre científico, sin tener que renunciar al tesoro trabajosamente obtenido a partir de la observación exacta y el control manipulador —pues nadie defendería una mera recaída en el pasado—, recupere alguna vez la antigua capacidad de "leer"? No faltan signos que parecen indicar que tal posibilidad existe, aunque sean, ahora mismo, rudimentarios».Owen Barfield. El arpa y la cámara, 1977 (Ed. Atalanta, 2019)