Por Carlos Altavista
Después de estar afuera en el Congreso, con mi ojo vigilante, en el que no hubo altoparlantes para escuchar el discurso, me manduqué el discurso entero x youtube en el canal de Telefé. Aclaro el canal porque en toda la transimisión no hubo ni un plano a los opositores, salvo dos a Kiccilof en el momento que mencionaba los privilegios de la casta. El resto del Congreso era una claque de aplaudidores, que daban vergüenza. Esa era la expresión de Lorenzetti, incrédulo ante tamaña degradación, como también los otros jueces de la Corte Suprema, con caras adustas y consternadas. Y, vieron pasar mucha agua bajo el puente.
La construcción infantil del relato del héroe, que viene a hacer grande la Patria, refundar por enésima vez el deseo de la Argentina Potencia, (qué agotamiento infinito!), empalma en una enorme falta de educación al pensamiento crítico. Verdaderamente ha decaído mucho el nivel educativo. Llama la atención. Lo digo porque leo el grado de aceptación que tienen conceptos tan demagógicos como "argentinos de bien" y la acusación de que todos y todas las que no están de acuerdo, piensan distinto, hacen otro diagnóstico de la situación, sólo son corruptos que defienden sus privilegios. Es de un simplicismo casi de primer grado.
El populismo de libre mercado es muy precario, pero aún así, más efectivo que el populismo progre, bastante más inteligente. Pero no se recuperan del desconcierto por haber perdido la batalla con esta manga de improvisados mesiánicos. Están lelos, sin reacción, no saben qué hacer.
Y el Congreso se transformó en un show de TV bizarra, enarbolando la bandera de la libertad y la propiedad privada, mientras declaraba como en campaña la irrelevante cantidad de pesos que le recortan a la Casta, no es que me parezca mal que le reduzcan la obscena cantidad de asesores a muchos diputados y senadores, pero no incide demasiado en el PBI.
Nos veo mal.
Los aplaudidores seriales libertarios no entienden nada de economía, menos de cómo gobernar y menos todavía de las funciones que tiene el Estado.
No sólo los aplaudidores no entienden nada, lo peor es que funcionarios y legisladores parece que tampoco.
Asistimos al desguace de lo nacional sin ton ni son.
Katja Aleman
Un hombre solo. Un hombre solo mirando al norte. Un norte que lo encandila, pese a que hace tiempo el Imperio está en franca decadencia.
Un hombre solo que no conoce la calle, que no conoce las barriadas populares; pero aún: que no conoce el país que gobierna.
Un hombre solo que sólo parece haber leído y adoptado sin quitarle una coma una teoría económica -la de la escuela austríaca- que no fue puesta en práctica por ningún país desarrollado del planeta a causa de su carácter inhumano.
Esas ideas son las que recitó en el Foro de Davos frente a los popes de la economía mundial, quienes lo calificaron con adjetivos tan peyorativos como los que él utiliza para calificar a diputados, senadores, gobernadores, intendentes, gremialistas, dirigentes sociales y hasta al mismísimo Papa. En rigor, a todo el que no coincida 100% con él.
Un hombre solo que parece haber nacido y crecido sin media gota de empatía, eso que la RAE define como “identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro”.
Sólo así se puede entender -y con muchísima voluntad- que un presidente le quite los alimentos a los comedores barriales y escolares, lo cual provoca lisa y llanamente hambre en niños, niñas, jóvenes, personas mayores y ancianos; que no se inmute sabiendo que hay personas -incluidos niños- que están muriendo porque les quitó la medicación que jamás podrían comprar; que trabajadores de toda una vida, con el cuerpo cansado y las manos ampolladas, tengan que humillarse saltando o pasando por debajo los molinetes del subte y el tren porque tienen que elegir entre pagar un pasaje o comer; que diga, impertérrito -total, no lo entrevistan jamás sino que le hacen “la segunda” como dicen los pibes-, que los jubilados son el sector de la sociedad con menor nivel de pobreza; que ataque a un gobernador elegido por su pueblo tuiteando o retuiteando su foto retocada para que la cara sea la de una persona con Síndrome de Down; o haciendo apología de la violación; u orinándole encima.
Se preguntó hace unos días el periodista y conductor Víctor Hugo Morales: “¿Por qué la maldad gana tanto terreno y no pasa nada? ¿Qué está ocurriendo en nosotros? ¿A qué grado de sometimiento hemos llegado que ya ni siquiera registramos en nuestras mentes? ¿A qué grado de indiferencia, de naturalización de hechos que son una vergüenza hemos llegado?”.
Y continuó preguntando: “¿Cuánta maldad hay en un presidente que se ríe de las personas con síndrome de down? ¿Cuánta maldad hay en los que lo votaron en función del odio? ¿Cuántos empujaron a esta maldad? ¿Cuánto disfrutaron en votar a un personaje que se sabía que era una vergüenza en lo humano, no solamente en lo político? Un tipo que vive en el desprecio, en la provocación, en el destrato a los demás, y lo votaron. No les importó absolutamente nada. ¿A qué grado de maldad hemos llegado?”.
Qué duras, durísimas preguntas que parecen no tener respuesta hoy en día. ¿Cuándo y por qué cayó tan bajo un sector tan grande de la sociedad argentina? (Empecemos a llamar a las cosas por su nombre; parece haber un miedo supino a ser políticamente incorrectos cuando están destrozando sin posibilidad de retorno todo lo que se construyó a lo largo de doscientos años con mucha sangre, sudor y lágrimas).
Un país con gente ficticia
Que una diputada de su partido hable de “jubilados ficticios” para referirse a aquellos que trabajaron 30 ó 40 años sin que sus patrones les realicen los aportes previsionales, pues así el costo laboral se les reducía; que su ministra de capital humano ni se inmute cuando le pregunta a un grupo de pobres “¿chicos tienen hambre?, pasen de a uno que los anoto en una lista”. (Nunca vi en mi vida algo tan humillante por parte de un funcionario en democracia).
Mucho circo. Nada de pan
Al pueblo circo, mucho circo, y nada de pan. Ese parece ser el mandamiento número uno de la extrema derecha nativa: apertura de sesiones a la noche; con un atril; con un operativo de seguridad que ni siquiera utilizan los líderes de las potencias mundiales para “contener la furia” de un grupo de jubilados, de vecinos y vecinas armados con cacerolas, y de medio millar de estudiantes secundarios, universitarios y militantes de izquierda. (¿Cuánto costó esa muestra de “si te oponés a mis ideas te reviento la cabeza” en el país donde “no hay plata”).
Todo ese circo fue armado para decirles a los gobernadores que, siempre y cuando sus legisladores aprueben la ley ómnibus, están invitados a tomar el té en Córdoba el 25 de mayo y firmar 10 puntos ya prefijados que contemplan el ideario ultraliberal.
- La inviolabilidad de la propiedad privada.
- El equilibrio fiscal innegociable.
- La reducción del gasto público a niveles históricos, en torno al 25% del Producto Bruto Interno.
- Una reforma tributaria que reduzca la presión impositiva, simplifique la vida de los argentinos y promueva el comercio.
- La rediscución (sic) de la coparticipación federal de impuestos para terminar para siempre con el modelo extorsivo actual.
- Un compromiso de las provincias de avanzar en la explotación de los recursos naturales del país.
- Una reforma laboral moderna que promueva el trabajo formal.
- Una reforma previsional que le dé sustentabilidad al sistema, respete a quienes aportaron y permita, a quienes prefieran, suscribirse a un sistema privado de jubilación.
- Una reforma política estructural que modifique el sistema actual y vuelva a alinear los intereses de los representantes y los representados.
- La apertura al comercio internacional, de manera que la Argentina vuelva a ser una protagonista del mercado global (Fuente: P/12).
El Consenso de Washington II
Obsérvese la temible similitud entre esos diez mandamientos paganos y empobrecedores -aunque se presentaron en nombre del Señor- y los del Consenso de Washington que llevaron a nuestro país al 2001, la peor crisis de la historia argentina con muertos, desmadre institucional, confiscación de ahorros de toda la vida a la gente y niveles de pobreza que solamente ahora estamos volviendo a alcanzar.
¿Y ahora qué pasa, eh?
La pregunta que hacían Los Violadores en el estribillo de su tema “uno, dos, ultraviolento” hay que hacérsela a la dirigencia en general. A la empresaria -que calla ante el desastre-, a la gremial -que maneja un calendario donde las fechas de las acciones opositoras a este plan de saqueo planificado tardan siglos en aparecer-, a la política supuestamente opositora que festejó la convocatoria al “pacto refundacional” como el inicio de un diálogo y una búsqueda de acuerdos que Milei nunca propuso, y finalmente a la realmente opositora, hoy reducida a Unión por la Patria, que ha sacado un comunicado impecable, pero de comunicados no vive el pueblo que cada día se hunde un metro más en el pantano de la crueldad ultraliberal.
¿Cuándo y por qué cayó (¿caímos?) tan bajo un sector tan grande de la sociedad argentina para mirar este espanto como un partido de fútbol por televisión?
“Esto no es un gobierno más. Esto es el infierno, y no está encantador”, advirtió el escritor, periodista y editor Marcelo Figueras, para afirmar: “Ninguna de las cosas que nos están pasando hubiese sido concebible hace 15, 20 años. Sólo se nos habrían ocurrido en una pesadilla. Y sin embargo, a falta de pan real, se están transformando en nuestro pan cotidiano”. Luego disparó: “La era democrática acabó, los historiadores están en condiciones de ponerle colofón: 1983-2023”.
Durísimo. Duele. Pero si la dirigencia sigue mirando y sacando comunicados, le dará la razón.
El director del Celag, Alfredo Serrano Mancilla, escribió en su cuenta de X (ex Twitter):
Milei como Economista.
Hemos elegido (N. de la R. para definirlo como tal) ocho fragmentos de su intervención en la CPAC 2024, pero podrían ser muchos más.
Se puede observar lo siguiente:
- Gran mediocridad académica e intelectual.
- Usa ejemplos ‘boludos’, solo aplicables en una isla inexistente Robinson Crusoe.
- Critica a la Economía Neoclásica pero abusa de sus fundamentos.
- Defensa acérrima del Monopolio como solución para todo.
- Presenta cuestiones obvias que se cursan en 1º de Economía como si hubiera descubierto un teorema complejo.
- Cita autores que dudo que los haya leído.
- Jamás entendió que cada idea económica es el resultado de una época (lo que se llama episteme).
- Presenta datos a la marchanta, sin rigor.
Y podríamos seguir y seguir y seguir hasta aburrir. Lo peor de todo esto es que este señor es Presidente de Argentina y tiene en sus manos decisiones que hacen mucho daño en el día a día de la gente.
Está dispuesto a todo.
Ah, se me olvidaba. Su proyecto económico parte de una premisa teórica muy peligrosa: la deshumanización como marco analítico.