La Arqueología: camino de ser un bien de lujo

La arqueología es una materia de investigación, estudio y trabajo (en ocasiones muy duro) que arroja información sobre nuestro pasado, recupera y crea fuentes de información y aporta valor patrimonial y cultural a nuestro presente, pero esto parece quedar olvidado y sus virtudes dejadas de lado por las autoridades, obligando a universidades, grupos de estudio y arqueólogos a reinventarse, llevando en ocasiones a crear diversas fórmulas para poder intervenir en los yacimientos o por lo menos mantenerlos frente al ataque del deterioro. 
Este artículo contiene un carácter bastante personal, pero al fin y al cabo supone expresar una idea que se está produciendo con mayor asiduidad.
Yo personalmente he tenido suerte este verano de 2014, pudiendo excavar sin tener que aportar apenas más que un precio simbólico para excavar y adquirir una experiencia de carácter laboral y metodológico. Exceptuando este caso y algunos otros, la mayor parte de las intervenciones que han obtenido permiso para excavar se ven obligadas a ofertar un curso o excavación-escuela donde la mano de obra será quien financie dicha intervención, sean sus aportaciones económicas las que lo cubran total o parcialmente, dependiendo de la ayuda recibida desde los entes institucionales. 
Los arqueólogos formados y de gran experiencia podrían recurrir al argumento de que se cobra porque se está enseñando, pero ellos nunca te dirán eso (habrá casos), si no que se ven obligados a promover esta modalidad ante la falta de recursos económicos y saben que no es plato de buen gusto cobrar a nadie para que trabaje de gratis o parcialmente gratis, ayudando con su trabajo a los avances en su investigación. De todas maneras, durante este mes de Julio durante una intervención en Alarcos (Ciudad Real) el técnico de la excavación me confirmó que esta metodología existía anteriormente a la crisis, solo que ahora se ha agravado y las cuantías que se piden a quienes queremos ganar experiencia son mayores, llegando a ser prohibitivas para muchos y muchas.

Admiro a aquellos y aquellas arqueólogos que encuentran fórmulas para continuar con su trabajo, haciendo encaje de bolillos para obtener ayudas y no obligar a quienes están trabajando para forjarse un futuro a desembolsar 500, 600 e incluso 900 euros como se ha llegado a ver este verano de 2014. La crisis, la pasividad de las instituciones (cada vez mayor) y el abandono de yacimientos están dejando en la estacada a nuestro patrimonio, a los arqueólogos y arqueólogas, y a quienes están camino de serlo.
Comentando con mis compañeros/as no pedimos que se pague a los alumnos, pero tampoco abocarlos a pagar para poder trabajar, lo cual es una incoherencia (y en caso de llamarlo formación, tampoco se pueden exigir esas cuantías por 12-15 días de trabajo).
La arqueología tiene una herida profunda en España, pero no es culpa de los arqueólogos/as. El área cultural y patrimonial en nuestro país está dejada de la mano de un gobierno que parece ignorarla o maquillar las ayudas, acudiendo luego concejales y alcaldes a hacerse la foto ante los medios. A ello sumarle también la actual situación de la construcción, lo cual no genera empleo para los arqueólogos, que a la vez deben lidiar con aquellas empresas que intentan ocultar hallazgos para evitar costes y saltarse ley.
La Arqueología va camino de convertirse en un servicio o bien de lujo, lenta y gradualmente, pero llegará el punto que aquellos/as que queremos formarnos y no tengamos capacidad económica a renunciar a ello. Siempre existirán aquellas que el alumnado pueda permitirse, pero el número de excavaciones con enormes exigencias de pago está creciendo durante estos últimos años.No vale el tópico de “No hay dinero”, pues luego observamos los despilfarros, los premios (como 30.000 euros que Wert dio a un torero por su labor) o subvenciones infladas (e incluso corrupción).
#SalvemosNuestroPatrimonio.
Foto de Elena Mora Navas: Imaginatio (blog fotográfico)
Carlos Albalate Sánchez