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La sala de duelos proyectada en el Cementerio de San José del Valle por Julio Barreno es elegida finalista entre las 750 presentadas · El 21 de julio se inaugura la exposición y se presenta el catálogo en Comillas
VIRGINIA LEÓN / CÁDIZ
Imagen de la sala de duelos al fondo del cementerio de San José del Valle.
La arquitectura funeraria propiamente andaluza y sureña se hace con un hueco de honor en la XI Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo. La sala de duelos del antiguo Cementerio de San José del Valle que ha proyectado el arquitecto gaditano Julio Barreno ha sido recientemente designada entre las 40 finalistas de las 750 que han concurrido a este certamen. Una distinción que ensalza y difunde la arquitectura nacional en el panorama internacional y que, no es para menos, el arquitecto gaditano Julio Barreno ha acogido con gran satisfacción.
"Es un reconocimiento a mi trabajo y aunque no le quiero dar más dimensión que la que tiene, tengo que reconocer que es importante conseguirlo en un momento donde las oportunidades para los arquitectos se reducen", asevera.
Su proyecto formará parte además de la exposición y catálogo que se presentarán el próximo día 21 de julio en el Palacio Sobrellano de Comillas, en Cantabria, donde tiene previsto asistir.
Para este profesor asociado del departamento de Proyectos Arquitectónicos de la Escuela de Arquitectura de Sevilla ha sido todo un reto enfrentarse a este tipo de arquitectura, de la que dice existir escasas referencias contemporáneas. "No se trataba de trabajar en un cementerio, sino en una sala de duelos para el cementerio, de lo que no hay muchos antecedentes", comenta al hilo del trabajo de documentación emprendido para afrontar el proyecto. Pero poco más. De modo que comenzó la misión desde el punto del que realmente debe partir todo profesional de la arquitectura. "El arquitecto debe traducir la información que le rodea", señala.
Como referencias contemporáneas ha encontrado ejemplos de cementerios naturaleza como el de Estocolmo, de Asplund y Leweretnz, el de Fisterra de César Portela o el de Igualada de Enric Miralles, además de auténticas ciudades para muertos como el de San Cataldo, de Aldo Rossi.
Así, frente al cementerio aliado con la naturaleza cargado de simbolismos, más utilizados al norte y "donde el recorrido se hace necesario para su entendimiento", se encuentran los cementerios mediterráneos que se construyen a las afueras de manera aislada y acotada y rodeados de un muro perimetral. Y del San José, sito en la cañada del Valle, "en una zona donde la campiña le da el relevo a la sierra", se construye como muchos en Andalucía, "tras un muro encalado cuya traza es su planta rectangular". Es en su fachada principal, en su esquina derecha, donde se plantea la ejecución de esta sala.
Fue así como se embarcó en este proyecto tan vinculado a la muerte como a la vida. Una sala de duelos. Una arquitectura que al ocupar una posición marginal en su profesión le ha permitido trabajar en otros aspectos más simbólicos.
"Se trata de un espacio para la protección de la intimidad y que se dota de unas alegorías propias de los espacios del alma", donde el duelo humano se erige como el principal protagonista y donde la luz juega un papel prioritario.
"La luz cenital es gran recurso de este proyecto", afirma en este sentido. "Y la inexistencia de un contexto físico que pudiera ser objeto de incorporación en este proyecto como lugar de orientación, nos ofrece la posibilidad de generar las entradas de luz desde arriba". Luz, asevera, "que genera el ambiente propicio para dar el último adiós a la persona querida y encontrarse con uno mismo".
A la hora de buscar fórmulas resolutivas para el proyecto también se ha aliado con el muro blanco perimetral que presenta la construcción. "Un muro blanco tan andaluz como mediterráneo, en el que se construye una cancela metálico como elemento de interrupción y acceso". El resto del proyecto se dispone en un porche cubierto que hace las veces de hall y desde donde se puede acceder a la premiada sala de duelos. Se trata de un espacio forrado en madera oscura que tranquiliza el espacio. "El edificio es una ampliación de los condicionantes tectónicos del cementerio y se ha concebido como refugio, un lugar para el aislamiento, como una cueva para el exilio", concluye.