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Tras ser aplazada en dos ocasiones por la pandemia, la XVIII Bienal de Arquitectura de Venecia se inauguró el pasado 22 de mayo con la participación de más de sesenta países que bajo la consigna “¿Cómo viviremos juntos?” reflexionan sobre la convivencia del futuro luedo de un mundo transformado por el virus. La exposición internacional, comisariada por el arquitecto libanés Hashim Sarkis, permanecerá abierta hasta el 21 de noviembre con pabellones ubicados entre los Jardines, el Arsenale y el centro histórico de la ciudad de los canales.
Uno de los pabellones que llama la atención no solo por su impronta creativa sino por su propuesta artística de múltiples aristas es “Conexión” de República Dominicana de la artista y arquitecta Lidia León Cabral y la crítica de arte Roberta Semeraro. La exposición se presenta en la iglesia anglicana de Saint George y fue concebida como un proyecto de diseño interior compuesto por paneles hechos con hojas de tabaco que crean un espacio vivo y dinámico, siendo este un ejemplo concreto donde la arquitectura favorece las condiciones de convivencia entre individuos en el espacio. Arquitectura viva, inclusiva y con dimensiones humanas.
Detrás de este gran trabajo hay toda una sinergia colaborativa de organizaciones públicas y privadas que hicieron posible el montaje de uno de los pabellones más destacados de la biennale, organizado por el Ministerio de Cultura de República Dominicana, la Fundación Lileón y la Asociación Cultural RO.SA. M.; apoyado por el Ministerio de Turismo, el Ministerio de Relaciones Exteriores y la Embajada de la República Dominicana en Italia; y patrocinado por el Banco BHD León.
El diseño creado por las hojas de tabaco en los paneles está inspirado en los vitrales antiguos de la iglesia, símbolos distintivos de la gran tradición artística y artesanal de Venecia. La elección de estas plantas no es azarosa, sino que identifica el paisaje caribeño por ser la base del desarrollo socioeconómico de la región y se conecta con la vida de la artista, quien creció en una importante familia de cultivadores de tabaco. Además, este material constituye una alternativa sustentable y reciclable en los procesos de producción del futuro. Las células de las plantas de tabaco son extremadamente resistentes y sus propiedades mecánicas son similares a las de la madera y superiores a las del plástico de igual densidad.
En manos de Lidia León Cabral, las grandes hojas se transforman en una materia prima para la realización de artefactos de arquitectura, manteniendo el vínculo con la madre tierra. ¿Cómo viviremos juntos? Reconociendo de dónde venimos, desarrollando un mayor sentido de pertenencia al planeta, conectándonos con nuestros pares, promoviendo culturas de inclusión y acogiendo la diversidad como una riqueza para la humanidad. “‘Conexión’ no es solo un proyecto de arquitectura de interiores, sino también un ejemplo concreto de arquitectura sostenible para favorecer las condiciones de convivencia… La belleza restaurará al mundo y la arquitectura como forma de arte debe crear belleza redescubriendo su propio propósito en la naturaleza”, reflexiona la curadora Roberta Semeraro.
El escenario permeable de una iglesia de naturaleza pluralista -que sirve de centro espiritual para las diversas comunidades internacionales que viven en Venecia- es perfecto para la unión de expresiones artísticas donde coexisten vínculos que dialogan entre temas sociales y su conexión con la naturaleza, el sentido de pertenencia al planeta, la diversidad como riqueza para la humanidad y el respeto hacia todas las formas de vida. Siguiendo la filosofía Wabi Sabi que busca la belleza en todas las etapas de la vida, la arquitecta León Cabral diseñó este espacio como una suerte de jardín otoñal imaginario, en el que las hojas de tonalidades ocre, marrón y amarillo se relacionan con los colores de los ornamentos sacros y su movimiento cíclico descendente y ascendente conecta la dimensión terrenal con la espiritual.
Después de más de un año con distanciamiento social y una profunda desconexión de las comunidades en sus espacios colectivos, “Conexión” se convierte en una plataforma virtual interdisciplinaria con la participación de arquitectos, urbanistas, ambientalistas, sociólogos y periodistas, entre otros profesionales, que reflexionan en torno a ideas para construir un futuro sostenible. A través de dispositivos digitales, los visitantes pueden complementar su experiencia física con actividades online, participando de encuentros y eventos virtuales.
No es la primera vez que República Dominicana participa en la Bienal de Arquitectura de Venecia. Lo había hecho en 2014 con el proyecto “Feria de la paz y la hermandad del mundo libre de 1955 a 1956” curado por Rem Koolhaas, y en 2019 con “Te veo, me veo” también de la mano de Lidia León y curaduría de Roberta Semeraro e Iris Peynado. “Estar presentes de nuevo es un honor y una gran oportunidad para todos nosotros. Un honor ya que formamos parte de un número importante de naciones que nos permiten mostrar al mundo nuestras ideas, experiencias y aspiraciones; y una oportunidad porque si bien nos proporciona una plataforma para presentar quiénes somos y a lo que aspiramos, nos ofrece una gama de propuestas estimulantes que nos permitirán aprender”, comenta Carmen Alceste, comisaria del pabellón.
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