Los niños pequeños tienen una gran facilidad para disfrutar de cada momento, porque no cargan con el fardo del pasado ni han aprendido todavía a temer el futuro. En cambio, en la edad adulta, estamos tan condicionados a pensar cien cosas a la vez que, a menudo, nos resulta difícil liberarnos de ellas y vivir simplemente el aquí y el ahora. Muchos filósofos orientales han incorporado la idea de la atención vigilante: estar muy atento al presente manteniendo la mente completamente absorbida en la tarea que se esté haciendo en ese preciso momento.
La atención vigilante es una técnica que puede aprenderse a través de la práctica, la próxima vez que tengas que realizar alguna tarea que te desagrade, en lugar de pensar en la molestia que te ocasiona, procura centrar tu atención en otros aspectos, por ejemplo, en la sensación rítmica que se produce al lavar los trastes, y no precisamente en que se tienen que lavar.
Poco a poco, cada acción que se realice, tendrá un fin distinto al habitual...
¡Vive Espiritual!