Rematado el número de verano de la Revista de Occidente (por favor, sáltense el de un tal Alberto Campo Baeza, hablando de sí mismo en Nueva York) me puse con el número de Líbero dedicado a los futbolistas malditos. Reseñas muy interesantes -no solo la del Trinche Carlovich- sobre todos aquellos que pudieron haber sido y no fueron, muchas veces por el carácter, las drogas, el alcohol....
Muy interesante la que escribió Guillermo Galván sobre Georgie Best, con este final magnífico: "fue un niño de Belfast, destinado a
quedar inmortalizado en los murales de sus paredes grises, en anécdotas de
grada y en un buen puñado de canciones que narran sus andanzas como si fuera el
protagonista de un viejo cantar de gesta, confirmando que para la memoria
popular, a veces es preferible ser el mejor de los mortales antes que uno mas
entre los dioses".
Pues eso.