Nuestro peor enemigo somos nosotros mismos; dentro llevamos siempre una vocecilla dispuesta a criticarnos, cuando es demasiado fuerte se come la autoestima.
El origen de nuestra voz crítica radica en el deseo de aceptación. Deseamos desaforadamente ser aceptados por los demás; en la familia, entre los amigos, en el trabajo. Pero cuanto más esfuerzo ponemos en ello más insatisfechos estamos. Y es que de aceptación nunca se sacia uno.
Los seres humanos, para sobrevivir, necesitamos protección exterior, tanto física como afectiva, pues de lo contrario, nuestra esperanza de vida se reduce considerablemente.
Es hasta tal punto necesaria esta atención, que de manera inconsciente, repetimos aquellos comportamientos con los que hemos obtenido una respuesta de afecto y atención. Somos seres vulnerables con un miedo exagerado al abandono y la terrible soledad. Crecemos y nos hacemos adultos pero, esa parte vulnerable nos acompañará siempre, con la necesidad de ser amados, reconocidos y apreciados.
El crítico interior es un yo mismo nacido para cumplir las reglas primarias de comportamiento, y se alimenta de todos los reproches que hemos recibido y de todas las reglas que hemos saltado. Es esa parte crítica de cómo deberíamos ser, la parte de nosotros que nos hace sentir inadecuados, que nos riñe si no nos comportamos como se espera. Vivimos desde dentro, constantemente preocupados de cometer un error, convencidos de que caeremos en él tarde o temprano, aterrorizados de que los demás vean qué clase de persona somos en realidad; estúpidos, ineptos, superficiales, ignorantes, vagos, egoístas. Y al final nos limitamos excesivamente.
Pensamos que somos eso en realidad, y esto es extremadamente doloroso y mina profundamente nuestra autoestima; hasta tal punto, que puede hacernos renunciar a la realización de nuestros sueños.
Es en ese instante cuando debemos entender y convencernos de que todos esos mensajes no reflejan lo que realmente somos; aquello a lo que renunciamos por temor a fracasar también forma parte de nuestra personalidad completa. Nadie es bueno o malo, eficiente o inepto, generoso o egoísta. Y cuando entendamos esto así, la ansiedad se reducirá, el crítico interno se hará más objetivo y podrá guiarnos en vez de castigarnos.
Cuando nosotros, en nuestro conjunto, con todos nuestros hándicap y nuestros pros, entendamos esta verdad, nuestra voz interna se convertirá en un aliado poderoso en el camino del crecimiento y la plenitud.