Revista Diario
Los Reyes Magos, por encargo de mi adorado marido - que debe verme un poco fondona - me trajeron un juego para la Xbox titulado Jillian Michael's Fitness Adventure. Los Reyes Magos dijeron - en su defensa - que es que me habían oído quejarme de lo aburrido que es hacer elíptica y que lo que querían era que me divirtiera haciendo ejercicio. Nada más. Por aquello de "no hagas dieta, suda la camiseta". Que no había que buscar tres pies al gato. Así que, visto que Diciembre y las navidades han hecho estragos en mi peso, tanto que parezco la Venus de Willendorf, hace tres días me decidí a probar las aventuras con Jillian. La tal Jillian se veía estupenda en la portada del juego, algo así como una Lara Croft venida a menos, que me invitaba sonriente a disfrutar con su aventura. Empiezo después de media hora de pelearme con el Kinect, que no me reconoce a pesar de lo que abulto. Jillian inicia la partida recomendándome una sesión de calentamiento antes de las aventuras en sí. A mitad de la sesión de calentamiento, sudo a mares y creo que he calentado hasta los músculos de las pestañas. Si en algún momento me he preguntado en qué consistía el calentamiento global, ahora ya sé la respuesta. Así que, cuando inicio la aventura, ya voy bastante tocadita. Empiezo a correr por la selva tropical y, de vez en cuando, algún obstáculo me obliga a hacer un ejercicio inverosímil para sortearlo. Así que ahí me veis levantando la pierna derecha, levantando la izquierda, poniéndome en cuclillas y saltando, cual Lara Croft entrada en carnes. A medida que pasan los minutos, las carnes van haciéndose más y más pesadas. La tal Jillian que, en principio, me había parecido tan mona, es una bruja de cuidado que, en cuanto me paro a descansar dos segundos, me dice desde la pantalla: "Venga, vamos, que no tengo todo el día". Y cada vez que me equivoco y toco un circulito rojo en vez de uno verde, el juego añade más minutos de sufrimiento. Al día siguiente, cuando me levanté, me acordé de los Reyes Magos, de la madre que los parió y de la que parió a la Jillian de los huevos. Llevo dos días moviéndome como Robocop. Cada vez que tengo que bajar las escaleras o hacer pis, es un momento de sufrimiento similar al parto. Pero esta tarde volveré a enfrentarme a la Jillian en un cuerpo a cuerpo. No podrá conmigo, la jodida.