El último pensamiento que se me ha quedado en la cabeza al acabar el libro es un: hija de puta. Y no para Roberts, que se ha currado un libro que es, admitámoslo, un spin off, sino para cierto personaje que tiene que poner la última piedra incluso cuando todo parece que está cerrado.
Pero retrocedamos un poco.Esta novela está protagonizada por Seth, el chiquillo que, en los otros tres libros, adoptaban o no adoptaban, si era hijo o no de Ray, si lo querían, si no lo querían. Han pasado tal que veinte años y Seth es un pintor de renombre, pero también con un gran sentido de la familia.Una amiga me dijo que en este libro Seth tenía un poco de todos. Me parecía muy fuerte mezclar los tres protagonistas masculinos anteriores, pero Nora Roberts lo ha hecho, y de qué manera. Es amable y gentil como Ethan, pero tiene su encanto divertido como Phil, y puede ponerse guerrero igual que Cam. El equilibrio absoluto entre los tres hermanos.En cuanto a Dru, la mujer del libro, me ha parecido bastante normal, sin nada que despunte, aunque me ha gustado mucho su sinceridad y su arrojo. No es una señorita que se ande con tonterías ni se deje amedrentar por nada. Absolutamente nada.Y antes de acabar, lo digo otra vez: hija de puta. Si queréis saber de quién hablo, leed el libro y lo entenderéis.4. Recomendado