Revista Cultura y Ocio
Ilustración Emilia Wilk.-Gabriela Mistral- La bailarina ahora está danzandola danza del perder cuanto tenía.Deja caer todo lo que ella había,padres y hermanos, huertos y campiñas,el rumor de su río, los caminos,el cuento de su hogar, su propio rostroy su nombre, y los juegos de su infanciacomo quien deja todo lo que tuvocaer de cuello y de seno y de alma. En el filo del día y el solsticiobaila riendo su cabal despojo.Lo que avientan sus brazos es el mundoque ama y detesta, que sonríe y mata,la tierra puesta a vendimia de sangre,la noche de los hartos que ni duermeny la dentera del que no ha posada. Sin nombre, raza ni credo, desnudade todo y de sí misma, da su entrega,hermosa y pura, de pies voladores.Sacudida como árbol y en el centrode la tornada, vuelta testimonio. No está danzando el vuelo de albatrosessalpicados de sal y juegos de olas;tampoco el alzamiento y la derrotade los cañaverales fustigados.Tampoco el viento agitador de velas,ni la sonrisa de las altas hierbas. El nombre no le den de su bautismo.Se soltó de su casta y de su carnesumió la canturia de su sangrey la balada de su adolescencia. Sin saberlo le echamos nuestras vidascomo una roja veste envenenaday baila así mordida de serpientesque alácritas y libres le repechany la dejan caer en estandartevencido o en guirnalda hecha pedazos. Sonámbula, mudada en lo que odia,sigue danzando sin saberse ajenasus muecas aventando y recogiendojadeadora de nuestro jadeo,cortando el aire que no la refrescaúnica y torbellino, vil y pura. Somos nosotros su jadeado pecho,su palidez exangüe, el loco gritotirado hacia el poniente y el levantela roja calentura de sus venas,el olvido del Dios de sus infancias.