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La bailarina. Pánico escénico.

Publicado el 04 noviembre 2016 por Criticasen8mm @Criticasen8mm

La bailarina. Pánico escénico.Título original:
Le danseuse (The dancer)
Año:
2016
Fecha de estreno:
04 de noviembre de 2016
Duración:
108 min
País:
Francia
Director:
Stéphanie Di Giusto
Reparto:
Soko, Lily-Rose Melody Depp, Mélanie Thierry, Gaspard Ulliel, François Damiens, William Houston, David Bowles
Distribuidora:
Vértigo Films
La historia está llena de gente memorable que, paradójicamente, acaba siendo olvidada pese a sus logros y que un día estuvieron en la cima de su disciplina. Uno ejemplo de estos innumerables casos sería el de Marie Louise Fuller, conocida en su día como Loïe Fuller, bailarina transgresora que tras su 'danza serpentina' dejó un antes y un después en las artes escénicas, apoyado por su innovadora puesta en escena tanto en juegos de luces como en el vestuario. En cambio Isadora Duncan, quien fue en principio su protegida, sí ha sido reconocida como la creadora de la danza moderna y recordada tras su trágica muerte. Quizás esto último es el factor clave, conociendo la tendencia del pueblo a encumbrar y venerar aquellos artistas que han fallecido antes de tiempo.
Stéphane Di Giusto ha elegido la historia de Fuller para debutar como directora, intentando así darle un poco de ese justo reconocimiento que merece su figura, aunque la película carece de la fuerza necesaria para ello. Empezando ya desde su título “Le danseuse” (La bailarina) se presenta descafeinada y con poco gancho, una ambigüedad que se acaba trasladando al metraje, por apostar por un una historia real para luego inventarse ciertos aspectos y personajes de la misma, y dejando de lado temas quizás espinosos socialmente, como el declarado lesbianismo de Loïe Fuller (el ninguneo de la película al personaje de Gabrielle es grave), aquí transformado en un bisexualismo poco pronunciado y que obstruye la trama de la película. De hecho, al final parece cobrar estos aspectos amorosos mayor importancia que el arte de Fuller, lo que puede ser frustrante dentro de una película que en principio aboga por resaltar la faceta artística de su protagonista.
La bailarina. Pánico escénico.
Así pues, estamos ante otro maldito biopic condescendiente y poco arriesgado que desaprovecha una historia interesante de contar. De hecho, el gran atractivo que serían los mismos espectáculos que montaba Loïe Fuller (aquí podéis ver uno grabado por Lumière en 1896), es uno de los momentos más destacados de la película pero, a la vez, son más bien escasos y poco vistosos para lo que podrían haber sido, sobre todo por el miedo que parece tener la película al plano estático prolongado. Podría decirse que la película de Stéphanie Di Giusto sufre de pánico escénico, de desatarse y dejarse envolver por el arte que pretende, precisamente, dar a conocer. La única vez que arriesga, es cuando la película captura la esencia del arte de Fuller, con una magnífica Soko que, ella sí, se entrega por completo a su personaje. La actriz y cantante refleja con acierto la personalidad introvertida y poco segura de sí misma que pretende mostrar la directora y el contraste entre la entrega y desgaste físico que supone cada espectáculo que monta Fuller, frente al talento natural y desinhibido que posee Isadora Duncan (interpretada por una angelical Lily-Rose Depp). Es una pena que los aciertos de La bailarina acaben aquí, pero qué se puede esperar de una película sobre una artista donde unos de los momentos clave como es la escena que refleja el momento que hace a la artista decantarse por la disciplina artística que eligió es inverosímil, cuando no un tanto sonrojante. En esos detalles es cuando la película te va perdiendo y se va acomodando el la autocomplacencia que otorga el hablar de una figura misteriosa para el gran público. Eso sí, podemos agradecerle que arroje luz sobre dos mujeres de relieve: Loïe Fuller y Soko.
5/10

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