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La bailarina y el inglés

Publicado el 24 marzo 2010 por Baoyim
Ésta es la insólita aventura de un británico nacido en la India, en tiempos de la Segunda Guerra Mundial.
Masters es nombrado, sin ninguna experiencia, jefe de la policía de Jay Town. Sonámbulo, enamorado de la bailarina Lalita Kadori y dueño de «Henry II», el arma con que se comete un crimen, asiste perplejo a un brusco cambio de su destino en el que sus relaciones sólo parecen jugar en contra. Se ve inmerso, así, en una conspiración que puede llevarlo a la cárcel sin que alcance a comprender lo ocurrido.
Colonizadores e independentistas protagonizan esta asombrosa novela de intriga y traición.


Autor: Emilio Calderón

«Nací en la India y no pisé la tierra de mis ancestros hasta que se hubo consumado la independencia de dicho país. Sé que esa circunstancia ha sido aprovechada por muchos medios de prensa escrita para justificar mi conducta, como si nacer en la India fuera en sí mismo motivo de oprobio. Al igual que en su día sucedió con los crímenes de Jack el Destripador (que tanto impresionaron a la opinión pública victoriana), la naturaleza de mi delito ha impedido durante años que los británicos me vean como a un igual, de ahí que en todas partes se haya repetido hasta la saciedad que estoy afectado por una enfermedad del espíritu, con ramificaciones en la razón, conocida como “síndrome de la patria cambiada”. Es decir, para mis conterráneos soy un oriental, un hindú, a pesar de mi tez rubicunda, mis ojos claros y mi cabello pajizo. Ni siquiera el hecho de que mis progenirores fueran naturales del ducado de Cornwall me ha salvado de ese baldón.»

¿Por qué nos gusta leer? Porque cada libro contiene una historia real o ficticia, una historia que nos estremece, nos hace llorar, reír o pasar un rato agradable en lugares inimaginables, ciudades o países que quizás no visitemos jamás conociendo personajes interesantes, bellos, admirables, repulsivos, intrigantes… pero, sobre todo, reales; personajes con los que te levantas cada día deseando saber qué les depara el futuro, un futuro que ya está escrito por la mano de su autor, una persona que tiene el deber de hacer surgir en nosotros esas ansias por la lectura.

Nunca he leído nada de Emilio Calderón y quien me conozca sabe que soy bastante reacia a leer premios o finalistas y no es por nada en especial, simplemente me he llevado una gran desilusión cada vez que los he leído. La bailarina y el inglés no ha sido una excepción. Hay quien me diría que si es finalista del Planeta es porque tendrá algo…; pues no lo sé. No comprendo ni llegaré nunca a comprender qué se busca en una novela para que ésta sea merecedora de un premio. O tal vez sea el género en sí, ese género al que llaman «narrativa» y que aún no llego a entender… ¿narrativa es sinónimo de simpleza, sosería y sencillez? Porque hasta la parte que debería ser —según la sinopsis— «repleta de intriga y traición» es escasa y falta de emoción.

Emilio Calderón es un escritor a quien los expertos retratarían como buen narrador, de prosa culta y fluida. Para mí es un escritor que escribe con sencillez, utilizando de tanto en tanto aquella palabra «sofisticada» con la que impresiona al lector. Sus conocimientos sobre el lugar en el que se desarrolla la acción son evidentes —aunque no podría asegurar si son reales o no, ya que nunca he visitado la India—, no sabemos si porque ha viajado alguna vez a aquel país o porque ha visto muchas veces Kim de la India o ha leído mucho a Kipling. Desde luego se ha informado sobremanera de la época en la cual sitúa la historia de nuestro personaje en cuestión, ya que se deleita con todo el entramado político durante más de tres cuartas partes de la novela. La presentación del personaje, así como de la situación y ambiente que lo rodea, se extiende en sus cien primeras páginas, cosa que encentro «excesiva» en una novela que se define «de intriga» y que hace peligrar el interés del lector.


Cuando al fin parece que comienza la acción, la interrumpe en varias ocasiones para deleitarse con la sobre descripción de los personajes que van interviniendo, describiéndolos tanto física como emocionalmente e incluso narrando trozos de sus vidas anteriores como si la trama de la novela dependiera de ello (cosa que no es así). Así pues, a veces llegamos a perder la paciencia ya que las interrupciones hacen que perdamos el escaso hilo conductor de la trama. Finalmente, todo se precipita y, aunque parece que, al fin, nos mantendrá en vilo —quedando ya escasas páginas para el final— vuelve a sorprendernos con su pobre imaginación en resolver una situación.


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