Revista Cultura y Ocio
Esta novela fue finalista del premio Planeta en 2009, he vencido mis reticencias a leer novelas premiadas porque últimamente me decepcionaban bastante, es como si se impusieran como criterio para dar el premio que fueran tochos infumables, en jerga lectora verdaderos ladrillos. Rompí con la promesa que me hice un día con El compositor de Tormentas, y vista la grata sorpresa que me lleve, cuando pase por la biblioteca me hice con el La bailarina y el inglés, y La ultima respuesta...
Sin embargo curioseando por la red, empecé a darme cuenta que quizás me había precipitado con la novela de Emilio Calderón con una sinopsis muy sugerente y atractiva, pero que se quedaba en eso en un planteamiento. No sabía muy bien si devolverla sin hojearla, o darle una oportunidad una vez conocidos sus puntos flacos, después de darle muchas vueltas me decidí por esto último y la verdad es que no me arrepiento.
La novela comienza de una forma a mi parecer bastante original, puesto que esta narrada en primera persona y antes de meternos dentro de la historia su protagonista cuenta el porque se ve abocado a escribir sobre su vida. Quien además de ser lector ha hecho alguna vez pinitos como escritor habrá comprobado lo difícil que es escribir en primera persona porque el alma y el corazón de uno quedan reflejados en lo narrado, al escribir en tercera persona es mucho más fácil distanciarse de las letras que van formando la narración.
Es una novela bien escrita que al principio te da la sensación de estar participando en el juego pasa palabra, puesto que su autor abusa demasiado de cultismos que entorpecen la lectura, a mi en muchas ocasiones me han llevado de cabeza al diccionario porque ni por el contexto podía saber que significado tenía la palabra en cuestión. En esos primeros momentos mi mente voló a mis años de estudiante, cuando mi profesora de Lengua en primero de periodismo me hizo aprenderme mil quinientas palabras con su significado, a cada cual más rara y poco utilizable.
Salvado este primer escollo, la narración te introduce de forma magistral en la India colonial, en un estado gobernado por un marajá orgulloso, indolente y occidentalizado. Los aromas de las especias te envuelven, el calor llega a agobiarte y te metes en la piel de superintendente Masters, en ocasiones tanto que sus tribulaciones llegan a dominarte. Hay párrafos de gran belleza y de gran reflexión sobre la humanidad. Sin embargo toda la trama de intriga y suspense que promete en la contraportada del libro apenas se esboza y se diluye en la presentación, no ves un nudo, todo se queda en una promesa que finalmente se resuelve con una carta en la que nos presenta el desenlace.
Entonces cual es el resultado, pues para mi una novela costumbrista, una novela muy bien ambientada en su tiempo, en la que el autor expone un gran conocimiento del tiempo en que se desarrolla la acción, una prosa bella salpicada sobre todo al principio de demasiados cultismos y el relato del día a día de dos personas muy diferentes que luchan por dos ideales completamente distintos. Se esboza la trama más como accidente y como explicación de la independencia de la India que por otra cosa y cierra la novela que podríamos llamar circular puesto que empieza por el final sin desvelarlo, una confesión del delito que cambió por completo la vida de Masters.
El superintendente Masters se presenta como una marioneta que manejan a su antojo el marajá, su amigo Lewis, y finalmente los nacionalistas indios... y junto a él vas viviendo cada periodo pero no como recordado sino como si estuvieras a su lado. Supongo que al final sentirse traicionado por todos debió ser un duro golpe que supo solucionar y olvidar para dar una nueva vuelta de hoja a su vida... pero eso deberá ser tema para otra novela porque en esta se agota la historia de su pasado en La India.