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La bala

Publicado el 24 marzo 2024 por ArÍstides

LA BALA

LAS BALAS PERDIDAS MATAN

Algún desalmado la dejó y ahí sigue; sola ante el peligro. Lleva meses desafiando la gravedad como una señora lo hace con la vejez. Porque grave es que ese alguien la dejara sin pensar en las consecuencias de su caída. El mismo alguien que después de beneficiarse de ella la dejó a la intemperie sin tener presente las consecuencias de su acto. Pero ahí sigue, y van ya varios inviernos sin noverse, desafiando al viento del norte o a sol del verano. Ella sigue en su puesto cuidando de no perder la posición.

Desafía a las leyes de la física cuando no hay energía suficiente que la precipite al vacío y quede reducida a la nada; esto es, a la inutilidad. Si fuera humana quizás hablaríamos de abnegación; pero no lo es. Se trata de un objeto que se puede convertir en un proyectil si cae. En cuyo caso, y con la aceleración, puede ser temible si impacta sobre alguna persona. Quien la dejo ahí no pensó, o quizás sí, y le pareció graciosa su ocurrencia. Su magín no le dio cuando depositó un arma de matar en posición de espera.

Al no ser humana no se puede declarar en rebeldía. En ella no existe la obstinación ni el rechazo, ni tan siquiera la repulsa. Se trata de un objeto inanimado donde lo que vale es su capacidad para resistir y hablaríamos de potencia, de solidez, de fuerza. Cosas que las personas creemos que poseemos en abstracto, pero que no parametrizamos; o sea, no medimos.

Cualquiera diría que es una indolente porque ni siente ni padece. Que lo suyo es la apatía y la dejadez. Y yo pienso que se trata del azar y de que está al abrigo de las fuerzas que puedan con su masa. Tal cual. No se trata de un objeto inanimado sin más, es una materia terrorífica que puede llevar asociada la muerte.


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