Revista Bolsa
El dividendo que reparte FCC supone dos salidas de caja muy significativas que debilitan aún más la tesorería de una compañía que está teniendo graves problemas de cobro por los impagos de las administraciones. Aunque FCC recibió unos 1.500 millones gracias al programa gubernamental de pago a proveedores, el grupo lleva otra vez acumulados fuertes impagos que están dañando su circulante.
Ante esta situación, BBVA y Bankia, los principales acreedores de FCC y de la propia Esther Koplowitz, le han requerido a la empresaria que sea lo más prudente que pueda. Un consejo que, según distintas fuentes, se interpreta como una imposición después de que ambos bancos refinanciaran la deuda personal de 1.000 millones de la empresaria hasta 2017. En ese acuerdo, Koplowitz aceptó poner dinero y pagar un diferencial de 300 puntos básicos, casi cuatro veces más que el precio anterior de sus créditos a través de B 1998, la instrumental a través de la cual controla casi el 60% de FCC.
Parte de ese acuerdo incluía también la venta de activos no estratégicos. De hecho, BBVA la forzó el 30 de diciembre de 2011 a desprenderse a toda prisa de la Torre Picasso a un precio muy inferior al previsto. La empresa ha hecho grandes esfuerzos para cumplir con la banca, con la desinversión de los negocios de aparcamientos, aeropuertos y otros como el de energía, que finalmente no se produjo. Precisamente,la venta del 50% de esta filial a la japonesa MItsui, operación que se frustró en febrero por la incertidumbre regulatoria, podría aliviar las cuentas del grupo.
Justo hace un año, FCC anunció un recorte del 10% de la retribución al accionista. Un descenso muy escaso si se tiene en cuenta que desde que comenzó la crisis el beneficio del grupo ha disminuido un 85%, mientras que el dividendo tan solo se ha contraído un 41%. Esta diferencia se explica porque los accionistas del núcleo duro de la compañía tienen un pacto parasocial para mantener una retribución elevada con la que financiar las compras de acciones de FCC.