Revista Viajes

La banya de sanduny. Una sauna en Moscú

Por Drlivingstone

Con todos los rusos con los que me he cruzado a lo largo del viaje que acabo de realizar en el mítico Transiberiano, me afirmaban que una visita a Rusia no era completa sino se visitaba una de sus banyas, el nombre con el que los rusos denominan a sus saunas.

Así que en Moscú me dirigí con un par de amigos a visitar uno de esos establecimientos del vapor. Elegimos los baños de Sanduny, toda una institución en Moscú y una de las saunas más famosas del país. Estos afamados baños están emplazados en un lujoso palacio del siglo XVIII donde acuden las elites de la ciudad y los empresarios los usan como el lugar idóneo donde cerrar los negocios.

Las saunas ocupan todo un edificio de una calle secundaria cercana a la céntrica calle Neglinnaya. La hilera de coches de altísima gama aparcados sobre la acera nos confirman que estamos en el lugar adecuado.

La banya de sanduny. Una sauna en Moscú

Lujosa entrada a la Sauna

Entramos al edificio por una puerta en un chaflán que nos adentra a un recibidor de baldosas hidráulicas y columnas de mármol donde agazapada tras una taquilla de madera se encuentra una mujer que nos da un papel y nos conmina a que subamos por una escalera decorada con una barandilla de forja. Sin ningún tipo de palabra. Nos acercamos a la ventanilla y nos da un papel. Sin más explicaciones.
Subimos la escalinata y traspasamos unas puertas de madera, donde recibimos una impactante visión. Una enorme sala de techos altos de madera labrada, con hileras enfrentadas de asientos de cuero negro que parecen sacados de una peluquería de los años 50, donde en primer plano nos encontramos a dos rusos totalmente desnudos, ataviados con un ridículo sombrero de fieltro blanco al estilo Robin Hood, bebiéndose a las 10 de la mañana una cerveza de medio litro y mirando fijamente a un televisor de pantalla plana de 64 pulgadas.

Algo así vimos al entrar... pero ¡sin toallas!

Algo así vimos al entrar… pero ¡sin toallas!

Todavía tratando de asimilar la escena, nos aborda lo que parece ser un camarero, que con su uniforme de amplia camisa gris de mangas cortas de color blanco, le sigue añadiendo un toque de peluquería al lugar. Nos conduce a unos sillones al fondo de la estancia, donde nos indica nuestro vestidor. Este consiste en un número sobre el sofá de cuero negro, de donde cuelga una percha. Nada más. Intimidad cero. Miramos a nuestro alrededor y la gente se encuentra desayunando, totalmente desnuda, y algunos (los menos) con una toalla enrollada a la cintura. Así que allí donde fueres, haz lo que vieres. Colgamos toda nuestra ropa de la percha y nos sentamos con la toalla en los asientos de cuero negro. A los lados, hay unas estancias donde una cortina puede mantener la privacidad, pero no se usan como vestidor sino como salas de reuniones donde ves a varios personas desnudas, con los divertidos gorros, discutiendo alrededor de unos documentos. Se nota que somos los inquilinos con la cuenta corriente menos abultada de todos los clientes.

Salon-vestidor de la sauna

Salon-vestidor de la sauna

El camarero nos ofrece la carta por si queremos tomar algo, pero preferimos ir primero a la sauna. Entramos a una estancia de baldosa blanca, no tan lujosa, sino que recuerda más a un matadero cárnico industrial en vez de a una lujosa sauna. Se pueden ver unas mesas de mármol para darse masajes y tres enormes cubetas de madera donde sumergirse y a mano derecha se abre la estancia de la sauna propiamente dicho. Un cuarto con varias filas de bancos de madera donde te pones a sudar desde el primer instante. Y ahí estamos, tres españolitos pudorosamente sentados con nuestra toallas alrededor de la cintura y frente a nosotros y mirándonos fijamente, una docena de rusos tamaño XXL, con el mismo vestuario que cuando su madre los vio nacer y el ridículo sombrero dando un toque surrealista a la escena.

El interior de la sauna

El interior de la sauna

Vemos que alguno de ellos se sacude en la espalda con un ramo de ramas de roble, y otro yace tumbado boca abajo mientras otro le sacude con esas hojas. Al preguntar la razón nos dicen que es para que el cuerpo atrape el vapor de la sauna. Y el sombrero tiene la función de mantener la temperatura de la cabeza, ya que el contraste tan fuerte no debe de ser bueno para los sesos.

Sacundiéndose con ramas de roble

Sacundiéndose con ramas de roble

Tras sudar unos 10 minutos nos dirigimos a la piscina, el rincón más famoso de esta sauna. Entramos a una sala donde se encuentra una piscina de unos 20 metros de longitud flanqueada por columnas de mármol y una claraboya de cristal, semejante a los lujosos baños de la época romana.

La famosa piscina de la sauna Sanduny

La famosa piscina de la sauna Sanduny

Pasamos algo más de una hora entra la sauna y la piscina (con el agua a 24 grados), ya más libremente, dejando a un lado la toalla y, salvo por el perímetro de la barriga, sintiéndonos como rusos, para acabar tomando una refrescante cerveza en la zona de bar-peluquería de los asientos de cuero.

En esta sauna también puedes darte masajes, manicura y demás cuidados del cuerpo. Existe una zona para mujeres, con entrada por un lateral del edificio, pero desconozco como son las instalaciones, pero por las fotos de la web, no debe de ser tan lujosa como la zona masculina.
Una estancia de 2 horas te cuesta 2300 rublos. Allí te pueden proporcionar el alquiler de la toalla, adquirir el cómico gorro, y comprar las ramas de roble con las que atizarte para tonificar tu piel. ¡ojo! Los martes cierran por limpieza.

Toda una experiencia muy agradable y muy recomendable. ¡Ahora ya puedo decir que he estado en Rusia!

Tu

Tu “vestidor”

Tags: banya, Moscú, Rusia, Sanduny, Sauna


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