(III. 5.) SIMBOLOGÍA TERAMÓRFICA
La barba ha sido para muchos pueblos sinónimo de virilidad y de coraje (de ahí que se la cortara al enemigo y que estirar un hombre a otro de las barbas, fuera considerado por el Fuero de Estella de 1.090 como uno de los mayores insultos que pudiera hacerse y era punible, pues se consideraba "regina injuriarum" y castigado en los Fueros de Jaca (1064) con XXV sólidos, igual que en los de Miranda de Ebro, Alhóndiga 1170, Palencia 1190 o el de Daroca ( "acceperit a nullo homine per barba").
En tiempos del Cid, mesar las barbas a alguien era una grave ofensa, un desafío. En la tradición nórdica, Thor es representado sentado en su trono con sus manos agarrando su barba y el emblemático martillo que aparecen fundidos sugiriendo cualidades simbólicas equivalentes a la destrucción ( fecundadora lluvia del rayo). La barba ha sido, desde tiempos inmemoriales, reflejo visible del tránsito a la edad adulta. La de un hombre joven representa fertilidad, agresividad y la capacidad de engendrar progenie y asumir responsabilidades sociales, incluso la de llevar armas. San Agustín, en sus Obras, explica el simbolismo de la barba, diciendo que en ella reside la fortaleza, a los jóvenes a los diligentes, a los activos, a los alegres. De hecho, la idea de la barba como símbolo de fortaleza, poder y sabiduría, por asociarse a madurez, está muy extendida en las diversas civilizaciones. Como símbolo de virilidad y poder, de nobleza y honor, en la Alta Edad Media, el gesto de tocarse la barba era un gesto de orgullo y se usaba en juramento solemne ( Cantar del Mío Cid). Para los merovingios, era símbolo de poder y realeza y cortarla equivalía a incapacitarlos para toda acción de gobierno.
Cuando la barba circunda la boca (no es el caso de los faraones egipcios que la llevaban afeitada y usaban un postizo, señal únicamente de soberanía), se relaciona con la potencia del discurso o logos. Resulta sumamente ilustrativa la representación de los canecillos que soportan el balcón central del Ayuntamiento de Cervera ( Lleida) en donde pueden verse representados los sentidos como manifestación del "orden social" y en el que la que la palabra aparece representada por un personaje barbudo.
Mesársela, acariciarla o tironearla, refuerza el significado de la prudencia, de ponderar los problemas y la toma de decisiones, pues no en vano, la palabra griega " pogomotrofos" u hombre barbudo, fue sinónima de filósofo, de sabiduría.
Por tanto, en el Arte románico mesarse la barba, será símbolo de ponderación, de superación de las ofensas, de la propia virilidad y coraje, así como del mundo sensual, ya que la barba abundante tiene el mismo sentido lujurioso que la larga cabellera femenina.
En otras ocasiones, el tirarse uno mismo de la barba, como en el templo de Duratón, puede significar actitud de autolesión, manifestación exterior de una afección, una emoción violenta, un dolor muy intenso ante situaciones de luto o duelo.
Sección para "Curiosón" del grupo "Salud y Románico".