En 1975, la multinacional Gillette ofreció a Camilo Sesto la nada despreciable cifra, para aquellos años, de 50.000 dólares por afeitarse la barba. El cantante alcoyano había cosechado un éxito rotundo con la ópera rock Jesucristo Superstar, un montaje que contempló en Londres y que se trajo a España, produciéndolo en su totalidad aún a riesgo de cosechar un fracaso estrepitoso en un país en el que la Dictadura daba sus últimas bocanadas. Camilo aceptó afeitarse y cogió el suculento cheque que le brindaba la empresa estadounidense. Acto seguido, se fue a un orfanato y lo entregó. Su apego a las causas benéficas nunca ha desparecido de su horizonte, con la celebración de numerosas galas y conciertos de esa índole. Hablamos de un artista que lleva más de medio siglo sobre los escenarios, que ha vendido millones de discos y que ha sido reverenciado en multitud de países. Y que logró colocar más de medio centenar de éxitos en el número uno de las listas de ventas.
Camilo es hoy, a sus 68 años, una sombra de aquel joven efebo que encandilaba en los setenta. A su prodigiosa voz, unía un físico que a casi nadie dejaba indiferente. Comenzó cantando en el coro de la iglesia de su pueblo y, a mediados de los sesenta, fundó un grupo con el que recorría las fiestas de los alrededores interpretando temas de Los Beatles, entre otros. Apellidado Blanes Cortés, en 1970 decidió adoptar como nombre artístico el de Camilo Sexto, con ‘x’, letra que cambiaría por la ‘s’ definitiva apenas un año después. Cantó en el festival de la OTI, en Viña del Mar y en los Estados Unidos nominaron una canción suya para los Grammy. Realizó giras por varios países europeos y llegó a actuar en el Madison Square Garden de Nueva York, ante 45.000 almas, que lo encumbraron como ‘el Sinatra español’.
Relato todo esto para poner de manifiesto que Camilo es uno de los pocos cantantes españoles que pueden llevar a gala su condición de artista internacional. El tiempo no le ha tratado con la justicia que un grande mereciera, eso es verdad, pero sigue teniendo, me cuentan, la simpatía y la atracción enigmática de antaño. Este miércoles ha estado en Murcia, presentando su enésima gira y recordando que supo que uno de sus éxitos había llegado a lo más alto de las listas un día que cantaba en Molina de Segura. De allí procede el médico que le ha operado de su última dolencia y de la que aún se recupera. Mientras tanto, aún le quedan restos para seguir cantando aquello que era todo un himno a la melancolía; ese acostumbrarse a tus besos y a tu piel color de miel, a la espiga de tu cuerpo, a tu risa y a tu ser…