la barbilla
Los seres humanos modernos, los Homo sapiens, la especie a la que usted pertenece junto al resto de la humanidad, nos distinguimos por un atributo que no tienen nuestros familiares primates ni ningún homínido arcaico: una barbilla. Pero, ¿cómo surgió? ¿Por qué nos distinguimos con este rasgo único que ni siquiera poseían los neandertales, la otra especie humana inteligente? Los científicos llevan más de un siglo preguntándoselo.
«Parece trivial, pero una razón por la que la barbilla resulta tan interesante es que somos los únicos que la tienen», dice Nathan Holton, antropólogo y profesor de la Universidad de Iowa. Holton ha liderado una investigación que sugiere que la barbilla no se formó por fuerzas mecánicas como la masticación, sino que resultó de una adaptación evolutiva que involucra el tamaño y la forma de la cara, posiblemente vinculada a los cambios en los niveles hormonales al tiempo que nos volvimos seres más sociales.
Utilizando avanzados análisis biomecánicos faciales y craneales en unas 40 personas cuyas mediciones fueron trazadas desde la más tierna infancia, unos 3 años, hasta la edad adulta, 20 años, el equipo concluye que las fuerzas mecánicas, incluyendo la masticación, parecen incapaces de producir la resistencia necesaria para crear un hueso nuevo en la mandíbula inferior. Más bien, según escriben en un artículo publicado en la revista Journal of Anatomy, parece que la barbilla emergió en los humanos modernos de una geometría simple: A medida que nuestros rostros se volvieron más pequeños en nuestra evolución de los humanos arcaicos a hoy -de hecho, nuestra cara es aproximadamente un 15% más corta que la de los neandertales-, el mentón se convirtió en una prominencia ósea, un emblema puntiagudo adaptado a la parte inferior de la cara.
Los investigadores descubrieron además que desarrollamos la barbilla al tiempo que aumenta el tamaño de la cabeza desde la infancia a la edad adulta. A los 4 años de edad, apenas se nota, pero a los 20 años está muy marcada. «En resumen, no encontramos ninguna evidencia de que las barbillas estén vinculadas a la función mecánica y en algunos casos nos encontramos con que las barbillas resisten peor las fuerzas mecánicas a medida que crecemos», dice Holton.
Los antropólogos creen que el mentón humano es una consecuencia secundaria de nuestro cambio de estilo de vida, que comenzó hace unos 80.000 años y cobró gran fuerza con la migración de los humanos modernos de África unos 20.000 años después. Lo que ocurrió fue esto: Los seres humanos modernos evolucionaron a partir de los grupos de cazadores-recolectores que estaban más bien aislados unos de otros a grupos cada vez más cooperativos que formaron redes sociales. Estos grupos más conectados mejoraron el grado en que se expresaban en el arte y otros medios simbólicos.
Los varones, en particular, se volvieron más tranquilos durante este período. Es menos probable que se pelearan por el territorio y sus pertenencias, y estaban más dispuestos a hacer alianzas, algo que se evidenciaba mediante el intercambio de bienes e ideas, que beneficiaba a todos y cada uno.
El cambio de actitud llevó a reducir los niveles hormonales de testosterona, lo que resulta en cambios notables en la región craneofacial masculina: Un gran cambio fue que el rostro se hizo más pequeño, un cambio fisiológico que crea una oportunidad natural para que aparezca el mentón humano.
El nuevo estudio refuerza este argumento, ya que parece descartar la barbilla surgió del esfuerzo mecánico, como la masticación.
“¿Por qué tenemos barbilla?”
(abc, 19.04.15)