La preparación física del triatleta durante la época estival está considerada como una de las claves para poder conseguir unos buenos resultados durante la temporada. Meses en los que el triatleta tiene que estar preparado para poder dar el 100% de su rendimiento.
Si tomamos como referencia la planificación anual, los meses que comprenden la preparación invernal, suelen están enmarcados dentro del Periodo de Preparación General.
Durante el cual, nos vamos a centrar en la mejora de la fuerza relativa, la técnica y la eficiencia.
La fuerza:
Es la capacidad que tenemos para realizar un movimiento. El objetivo durante estos meses será el de aumentar nuestra fuerza relativa (Fuerza Máxima / Peso del deportista).
Podemos trabajarla en el gimnasio acompañada de entrenamientos en la bicicleta (jugando con el desarrollo) y en la piscina (entrenando con palas).
Para poder trabajar correctamente y con una metodología asequible a todos los deportistas, debemos de realizar un mínimo de 4 semanas de Adaptación Anatómica (6 semanas los neófitos), 4 semanas de hipertrofia como base para la fuerza máxima y de 8 – 12 semanas de Fuerza Máxima.
No olvidéis que para mantener las modificaciones conseguidas en la fuerza relativa, debemos de estar todo el año haciendo una sesión a la semana de Fmáx. Si decidimos cortar este entrenamiento, debemos de intentar que coincida con el Periodo de Preparación Competitivo, con el objetivo de tener la menor pérdida posible.
La Eficiencia:
Cuando se comparan a los grandes campeones se suele medir principalmente la fuerza relativa, el VO2 máx (Volumen máximo de oxígeno), el % de tipología de fibra muscular, obviando en la mayoría de los casos la eficiencia.
Este último parámetro podríamos definirlo como la capacidad que tienen los músculos de transformar la energía que consumen en trabajo mecánico (vatios). Si cogemos a los 3 primeros clasificados del último campeonato del mundo de triatlón y les medimos los parámetros anteriormente mencionados, podremos observar que todos tendrán unos valores muy similares, exceptuando la eficiencia.
Que en la mayoría de los casos el ganador será el más eficiente y estará entorno al 28%, dato que
nos da a entender que el 72% de la energía de sus músculos se desperdicia en forma de calor siendo capaz de aprovechar un 28%.
Este parámetro se mejora trabajando de la siguiente manera:
- Mejora del VT1, conocido también como primer umbral o umbral aeróbico. Para ello tendremos que realizar entrenamientos a esta intensidad con el objetivo de aumentar la capilarización y el volumen sistólico (cantidad de sangre que sale del corazón).
- Mejora de la técnica.
- Entrenamiento de los músculos olvidados: Son los músculos utilizados para la respiración (diafragma, intercostales, abdominales, …..). Tenemos que tenerlos bien entrenados para que en máximos esfuerzos se cansen lo menos posible y de esta manera roben la menor cantidad posible de oxígeno a otros músculos.
- La aerodinámica: Muy importante sobre todo para el segmento de la bicicleta y de la natación.
- La alimentación: Es obvio que una correcta alimentación diaria, va a favorecer una mejor recuperación muscular y por lo tanto, que podamos utilizar la musculatura de una manera más eficiente, tanto entrenando como durante la competición.