Una sala de torturas es la primera imagen de este fabuloso film histórico político, y ya nos adelanta en los primeros 24 fotogramas lo duro de la historia. Gillo Pontecorvo, poco prolífico director de cine italiano emparentado estéticamente con el neorrealismo aunque no formo parte de esa corriente estética del cine italiano de posguerra, nos relata con detalle a veces cercano al documental la lucha del FLN (Frente de Liberación Nacional) para echar a los franceses de Argelia y lograr la independencia.
Coproducción italo-argelina, se convirtió en la primera película de ficción de la recientemente independizada colonia francesa (Argelia logró su independencia en 1962). El director rehízo cuatro veces el guion en un esfuerzo por lograr un film lo más cercano posible a los hechos reales. Filmada en blanco y negro y con la participación de los habitantes de la Casbah argelina (barrio árabe de la ciudad de Argel durante la colonia), el director nos introduce por sus callejuelas siguiendo la vida y la lucha de sus habitantes en general y los militantes del FLN en particular contra el poder colonial francés. Lucha mostrada en toda su crudeza y violencia desde uno y otro lado, pero sin perder de vista que los invasores son los franceses.
Por un lado la historia sigue el derrotero de un militante del FLN (Brahim Hadjadj en el papel de Ali La Pointe) desde su ingreso al frente hasta que alcanza uno de los lugares más altos de la estructura del frente en la ciudad de Argel, y del lado francés nos introduce a los pormenores de la organización de la represión siguiendo al jefe de las fuerzas represivas (Jean Martin en el papel del coronel Mathieu). No se queda el film en la simpleza del relato de hechos violentos sino que se adentra en la complejidad de la lucha entre las dos partes y las distintas posiciones al interior del FLN y del Gobierno y Sociedad francesa.
Sin embargo el relato no tendría la fuerza que tiene sin el tratamiento estético que le da el director, desde el blanco y negro, la filmación en los mismos lugares en que se produjeron los hechos y con habitantes de esos barrios participando de la película, y esos exquisitos primeros planos que muestran el dolor de siglos de opresión sobre las espaldas del pueblo argelino. La caracterización de esos rostros, la tristeza que muestran, la fuerza que transmiten, tal vez haya sido posible por la muy reciente liberación del pueblo argelino de la opresión colonial. La música, excelente y totalmente integrada al film acompañando los distintos momentos y también participando de la creación de esos momentos, es del excepcional Ennio Morricone.
Un gran clásico del cine histórico político, un clásico del cine mundial imprescindible.