Fue una de las principales batallas de las Guerras Napoleónicas y es considerada por muchos como el mayor triunfo militar de Napoleón…
Desde el año 1792 Napoleón Bonaparte se había lanzado en una campaña de aniquilamiento de las viejas monarquías y, a decir verdad, no le había ido nada mal. Los distintos gobiernos habían lanzado coaliciones contra él, derrotadas en 1797 y 1798, respectivamente. Mientras tanto, la isla de Gran Bretaña era la única gran contendiente de Napoleón, la que gracias a su invencible marina había desechado cualquier esperanza del caudillo de llevar a cabo una invasión. En efecto, los franceses y sus aliados españoles estaban recibiendo derrotas aplastantes, como la de Trafalgar que iba mermando poco a poco a los navíos aliados. Pese a ello, Napoleón se mostraba confiado en la capacidad de sus tropas.
Mientras Inglaterra resistía desde el mar y trataba de efectuar un bloqueo sobre Europa y un abastecimiento a los países que luchaban contra Francia y sus aliados, otros estados llevaban a cabo sus propios planes. Veamos. Retomada la guerra en 1803 contra los británicos luego de la paz de Amiens un año antes, se hacen los preparativos para una nueva coalición como la del acuerdo anglo-sueco. Entre 1804 a 1805 se continúa con los planes y los británicos empiezan a entablar conversaciones con los rusos. Las relaciones no eran excelentes. Especialmente porque los ingleses también apoyaban a los otomanos en contra del zar, eso sin contar que era éste el que dominaba el mar báltico por lo que era necesario unirse dejando las diferencias de lado si se quería acabar con Napoleón. La coalición obtuvo algunos simpatizantes, en este caso Francia, pues, el caudillo había hecho un par de desarreglos en Alemania, poniendo en riesgo la situación política con Rusia y además Austria, quien no deseaba quedar fuera de la escena.
En Francia, mientras tanto, Napoleón tenía establecidas sus mejores tropas para enviarlas contra Inglaterra en la invasión que nunca llegaría. Más tarde el mismo caudillo le llamaría “La Grande Armée”. Esta tropa estaba compuesta en un inicio por cerca de 200 mil soldados, con casi 280 cañones de primera calidad. Estaba dividido en siete cuerpos. Además, estaba la reserva de caballería de 22 mil soldados, organizada en varias divisiones y apoyadas por 24 piezas de artillería. Más tarde se incrementaría en número de esta Grande Armée, hasta 350 mil soldados. Probablemente era el grupo militar más potente del mundo.
Los rusos y austríacos se unieron entonces, a causa del desorden y los perjuicios que Napoleón causaba contra sus naciones. Era la tercera coalición. Respecto a estos aliados podemos decir que los rusos no contaban con un ejército moderno y profesional, sus oficiales eran arcaicos y el soldado raso tratado vehementemente. Su artillería era lo único a lo que podían aferrarse de verdad solo por su calidad. Por lo demás, la caballería austríaca era una de las más modernas de Europa.
Napoleón no era indiferente a ninguno de estos movimientos y pronto se encargó de estudiar cualquier tipo de posible ofensiva para desbaratar a la nueva coalición, ya sea desde el Canal de la Mancha, hasta el Rin. El caudillo ya sabía de los planes ruso-austríacos y movilizó en secreto, o al menos lo más que pudo, a unos 200 mil soldados franceses, quienes cruzaron el Rin en un frente de 300 kilómetros. Mack, mientras tanto, estaba con sus ejércitos austríacos en Baviera, en la fortaleza de Ulm con 72 mil soldados aproximadamente.
Napoleón, simplemente dirige sus tropas al norte y busca colocarlas en la retaguardia austríaca. El 7 de octubre de 1805 Mack se percata de los movimientos de Napoleón, pero los franceses cruzan el Danubio y Mack, tratando de evadirse intentaría hacer lo mismo, aunque el 14 de octubre se topó con el enemigo y perdió la batalla de Elchingen. Tuvo que regresar, entonces, cabeza gacha a Ulm, allí, para el 16 de octubre se da cuenta que todo estaba perdido. Con el ejército rodeado, tuvo que rendir 30 mil soldados, 20 mil consiguen escapar a duras penas. El resto fueron muertos, heridos o hechos prisionero. A Francia también le costaría la vida de los suyos , unos 6 mil aproximadamente. Mack fue condenado a dos años de prisión.
Al día siguiente los franco-españoles perdieron la batalla naval de Trafalgar, pero eso no cambio los resultados en tierra. En noviembre caía Viena con muchas municiones, armas (cerca de 500 cañones) y puentes en el Danubio. Los rusos mientras tanto, marchaban hacia el combate, algo retrasados, lo que les impidió salvar a sus aliados. Napoleón no demora en dar el primer golpe decisivo. Al mando de las tropas zaristas iba el general Kutúzov, quien se vio obligado a replegarse al noreste para reunirse con los rezagos de las tropas austríacas. Napoleón tenía que pelear cuanto antes, con el peligro de que Alemania se vuelva en su contra y los austriacos y rusos encuentren apoyo.
La batalla
Napoleón marchó a República Checa, al norte con 75 mil soldados (7 mil de ellos estaban algo lejos de la batalla) y 157 piezas de artillería, se trataba de una fuerza considerable. Los aliados reunieron 73 mil hombres (algo más de 50 mil eran rusos) y 318 piezas de artillería. Habiéndose avistado el 1 de diciembre se alistaron en sus posiciones. El campo de batalla era más o menos el siguiente; por el norte existían dos colinas, la de Santon y Zuran, ambas sobre los 200 metros, al oeste de las mismas estaba la villa de Bllowitz y entre ellas, además, un arroyo llamado Bosenitz que se dirigía al sur.
Los aliados tenían la firme intención de asegurar su flanco sur que conducía a Viena, no obstante, el combate se dio contra el flanco izquierdo francés, es decir al norte y quizá el más débil. Además, cuatro columnas atacarían el otro flanco el derecho, en un intento de cercar a los franceses. En el cuartel general aliado abundaba el entusiasmo, la cuestión era muy sencilla, los aliados atacarían por los flancos los que estaban aparentemente debilitados.
Si los aliados mordían el anzuelo y caían en la trampa, entonces su centro se vería seriamente descuidado, por lo que podría penetrar y romper las líneas aliadas. Esta tarea la llevaría a cabo el IV Cuerpo del general Soult con 17 mil soldados. Si bien el flanco derecho de Napoleón era realmente el más débil, este prefirió llamar al general Davout para traer al III Cuerpo desde Viena con casi 7 mil soldados que debían unirse a los del general Legrand al sur, donde el ejército aliado tendría más ventaja. El recorrido, por cierto, de 110 kilometros lo debía hacer en un plazo no mayor a 48 horas. Si llegaban, los franceses podrían contar con una fuerza decisiva que vierta la batalla a su favor, pues la estrategia era considerablemente peligrosa.
El inicio de la batalla
El 2 de diciembre de 1805, a 5 kilómetros del pueblo de Brno, en la actual República Checa, al salir el sol, 17 mil franceses del flanco izquierda dieron el primer golpe. Por fortuna, era un día con niebla lo que les daba un camuflaje natural. Para las 9:30 de la mañana ya se había controlado la meseta de Pratzen, un punto en la retaguardia enemiga. Los primeros hombres de Davout llegaron a la batalla; mientras tanto, los franceses del ala derecha, reforzados arrojaron a los aliados de las afueras de Telnitz. Alrededor del pueblo se produjo un tira y afloja entre la caballería aliada y la artillería.
En el pueblo de Sokolnitz, un poco más al norte de Telnitz se produjeron otros grandes enfrentamientos. El general ruso Langeron ordenó bombardear a los franceses y el ataque se prolongó hasta el castillo de Sokolnitz, pero las tropas napoleónicas dieron un contragolpe y en un épico enfrentamiento chocaron ambos bandoo, aunque al final fueron expulsados de nuevo. La división de Friant (francés) retomó la posición allí. En Sokolnitz probablemente se llevaron a cabo los combates más serios de toda la jornada y cambiaron de manos muchas veces durante el día. Al avanzar hacia el ala derecha aliada, con su respectiva ala izquierda, Napoleón sabía que rusos y austriacos habían apostado lo mejor en esta zona creyendo que efectivamente su flanco izquierdo era débil, hecho a propósito. Una vez comprometidas suficientes tropas aliadas en el frente norte, Napoleón creyó hacia las 9 de la mañana que el centro aliado estaba demasiado débil y lanzó su ataque.
La neblina ayudó otra vez a los franceses, aunque luego mágicamente un sol pareció iluminarlos y los rusos se intimidaron de ver tantos enemigos próximos. Pronto se trabó un duro combate entre ambos bandos, los aliados conscientes de la trampa lanzaron todo lo que tenían obligándolos a retroceder. Los generales Vandamme y Bernadottes, un poco más al norte también empujaron a los aliados, pero los rusos, especialmente, se defendieron fieramente y no dieron su brazo a torcer. En el norte mientras tanto hubo un choque entre caballerías e infanterías. Hubo allí también brutales combates que los franceses, luego de un gran esfuerzo, consiguieron ganar.
En el sur, la batalla no se detuvo en ningún momento alrededor de Sokolnitz y Telnitz, allí Napoleón consideró necesario un nuevo y contundente ataque que destruyera a los aliados. Entonces con la nueva ofensiva se logra aniquilar a los rusos, Langeron huyó tan rápido como pudo. Este pánico pronto fue transferido al ejército que poco a poco empezó a huir en desbandada; en el sur, el ejército aliado que se enfrentaba al ala derecha francesa (la que recibió los refuerzos de Davout), huyó rumbo a Viena. En su retirada los franceses los martillearon con artillería y esto produjo un trágico accidente, pues rompió el hielo de unos pozos y lagos cercanos por lo que muchos soldados aliados cayeron y murieron congelados o ahogados. Además, se perdieron caballos y artillería, este fue uno de los mitos de la batalla, probablemente nunca se llegue a saber con exactitud que pasó.
La batalla había culminado con el empuje francés en todos los frentes, ahora Viena estaba en manos de Napoleón, había destruido dos ejércitos. En Austerlitz se perdió la vida de 9 mil franceses, contra 25 mil aliados (otros dicen 27 mil), pero se había cumplido el sueño de Napoleón: someter a casi toda Europa. Esta batalla y su resultado ofreció el terreno adecuado para llevar a cabo el hecho de que Prusia se rebele contra Napoleón y conforme la cuarta coalición de 1806.
Escrito por: Joaquín Toledo, especialista en historia del mundo, historia antigua y con amplia experiencia en investigaciones sobre conflictos bélicos.