Revista Cultura y Ocio

La batalla de Bussaco : Las correrías de Wellington

Por Joaquintoledo

wellington

Sir Arthur Wellesley (Duque de Wellington)

Planes de ataque

Como hemos mencionado para Wellington no había nada mejor que la geografía, pues le permitía al grueso de su ejército camuflarse. Las colinas que formaban casi una cordillera, tenían altitudes de hasta casi 500 metros, que los hacía casi inaccesibles y difíciles para maniobras como las de los terrenos llanos, allí acampó y pernoctó la noche del 21 de septiembre al 22. La posición de semejante ejército en medio de colinas no permitía movimientos a grandes escalas, por ende las posiciones eran a menudos confundidas, por otra parte,  si bien los aliados dominaban los dos o tres puntos de acceso a su posición, en caso de ser vencidos su retirada sería a todas luces penosa. Finalmente, la caballería se ubicó en los puntos más planos posibles. El grueso del ejército aliado aguardaba desde la cresta de la colina de Bussaco.

La batalla

Las tropas francesas fueron las primeras en atacar con el alba en medio de una mañana con neblina, era el 27 de septiembre de 1810. Los galos atacaron con considerables fuerzas.  Así, tuvieron  que ascender las faldas de las colinas mientras que los aliados alistaban sus baterías y las descargaron un par de veces sin resultados verdaderamente significativos. Muy pronto,  los escopeteros aliados desde todas las cimas y partes altas comenzaron a causar gran mortandad entre los franceses, todo fue una vil carnicería. Los galos caían por montones  pues  su posición era  muy vulnerable . Toda la infantería se tornó en confusión. Sin embargo, quizá por el número, consiguieron superar el pánico y se organizaron a partir de un mínimo punto de apoyo en la colina en la que algunos franceses lograron resistir.
Por el norte de la cordillera,  los franceses atacaron simultáneamente, pero se encontraron con una nueva y fuerte resistencia aliada y muchos generales franceses llegaron a ser heridos. No convencidos de que estaban siendo totalmente masacrados,  los galos decidieron lanzar una nueva contraofensiva  pues de ganar esta batalla  la toma de Lisboa podría estar cerca, además 50 mil aliados era una suma jugosa que Massena no quería dejar pasar.  Obligado por el francés Reynier, Maximilien Foy fue el encargado de llevar a cabo este ataque, el hecho es que la neblina ocultaba las tropas apostadas por los enemigos aliados en la cima  y si bien el contraataque francés fue fuerte, los anglo-portugueses consiguieron ocultar en su flanco derecho una importante fuerza que fue enviada por Wellington para resistir la arremetida. Ante la llegada de los refuerzos los franceses volvieron a retroceder, un comandante fue herido y prácticamente fueron obligados a abandonar la colina.
Nuevamente,  en las faldas de las colinas los franceses se estaban preguntando qué hacer para tomar la cima, sin duda alguna,  los aliados eran muy bueno combatientes, o quizá acaso solo  estaban muy entusiastas por pelear, hecho que quedó reflejado perfectamente en la batalla hasta el momento. Pero otro general francés, Ney, conseguiría un éxito efímero por casualidad, debido a su escasa visibilidad  creyó que los hombres mandados por Reynier tenían algún éxito y decidió un ataque en su sector que atraviese Moura y Sula para llegar a una cima donde estaba el convento de Bussaco. Fue una carrera difícil que encontró la clara oposición inglesa pero que finalmente se consiguió vencer, al llegar a la cumbre, sin embargo, no hubo refuerzos ni todos los batallones victoriosos que se esperaban que llegasen, al acercarse al convento los ingleses allí acantonados y apuntando dispararon contra los galos haciendo que sus filas se dispersen por completo, el líder de una brigada, Loison fue muerto ipso facto, el comandante en jefe, Edouard Simon fue herido y capturado mientras los huidizos galos se ponían cuesta abajo.
Al sur, otra brigada del fallecido Loison intentó capturar un par de baterías aliadas, pero todo fue en vano, su esfuerzo resultó en un fracaso y fueron derrotados. Como vemos hasta este momento de la batalla, los franceses no pudieron tomar las cimas. La neblina seguía siendo su principal obstáculo,  las bajas se estaban incrementando  y el resto del día fueron intercambios de disparos de batería y bayonetas pero nada más. Massena, no se resignó a aceptar la derrota y trasladó a su flanco derecho una de sus últimas tropas para intentar flanquear la posición, pero Welington sabiamente decide no arriesgar a los suyos y se traslada al conjunto de líneas fortificadas, llamado, valga la redundancia, Líneas de Torres Vedras, trasladándose allí el 10 de octubre.

Para Massena eran tan sólo una ilusión atacar semejante línea defensiva sus tropas necesitaban descansar, recuperarse y rearmarse, por ende aceptó tácitamente su derrota y se retiró a sus cuarteles de invierno, humillado y triste por la derrota. Después de eso, la falta de provisiones no pudieron rechazar los constantes ataques de los aliados y perdió 25 mil soldados más antes de marcharse a España a principios de 1811. En el retiro si bien hubo otras batallas como las de Pombal, Redinha, Sabugal y Fuentes de Oñoro, con resultados para ambos bandos, los franceses abandonaron Portugal a excepción de Almeida, lugar donde por cierto se terminaría por expulsarlos, y partieron hacia la tierra española, donde aún quedaban muchas batallas por librar pero con victorias como esta, quedaba una luz de esperanza para todos aquellos que luchaban contra el imperialismo de Napoleón.

Escrito por: Joaquín Toledo, especialista en historia del mundo, historia antigua y  con amplia experiencia en investigaciones sobre conflictos bélicos.


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