No hay historia tan sorprendente y emocionante como la de la conquista del Imperio Mexicano a manos del ambicioso, cruel y fuerte Imperio Español. Era algo que se veía venir; acontecimientos que, sin discusión, habrían de suceder. De hecho, si los españoles no hubieran subyugado estas tierras, igual, habrían sido los ingleses y las consecuencias serían mucho peor. Los latinoamericanos, somos lo que somos, debido a conquistas y colonizaciones, tan feroces y profundas, como las que realizaron, los ejércitos ibéricos, contra las fuerzas, casi invencibles, del poderío mexica. A continuación, trataré de relatar, de la manera más clara y detallada, los acontecimientos que llevaron al debacle y extinción del sorprendente Imperio Azteca, el más odiado y temido del mundo prehispánico. Contaré todo con mucho orgullo, por ser estos acontecimientos, parte de nuestro patrimonio histórico y que a la larga nos conformaron como latinoamericanos.
Entrada de Cortés a Tenochtitlan, capital del Imperio Azteca (8-11-1519, en el calendario juliano o 18-11-1519, en el calendario gregoriano)
Después de muchos meses de recorrer terrenos conformados por pueblos de amplia diversidad étnica, el explorador y conquistador, Hernán Cortés, entra a la capital del vasto Imperio Azteca, la ciudad de Tenochtitlán. Días duros precedieron a este arribo, en los que protagonizaron diversas enfrentamientos militares con culturas muy desarrolladas en lo militar, por lo que, el llegar hasta este lugar, no les fue nada fácil , invirtiendo esfuerzos sobrehumanos para vencerlos. Por fin, el sueño de alcanzar la capital azteca se había conseguido para el conquistador ibérico, algo similar a que las puertas del cielo se abrieran ante sus ojos. La emoción y el temor entre los españoles ha de haber sido indescriptible, debido a los relatos de todos los pueblos, de la zona, acerca de la ferocidad, el poderío, y la actitud sanguinaria de los mexicas; estos relatos provenían, principalmente, de sus enemigos más acérrimos, los tlaxcaltecas; convertidos ellos, en este momento, como los principales aliados de los españoles en su afán de conquista. Los españoles ya tenían conocimiento de la barbaridad, el poderío y la crueldad de los aztecas, quienes eran capaces de sacrificar, al Dios Sol, a sus víctimas y a devorar sus cadáveres en un instante. Todo inicia con la entrada de Cortés a la capital del Imperio Azteca, llega como un Dios para ellos, un ser sagrado y fuerte venido de lejanas tierras. Cortés, supuestamente, era mencionado en las profecias del pueblo mexica como la reencarnación del Dios Quetzalcóatl que venía a conquistarlos ; generando un temor inmenso en el emperador mexicano, Moctezuma II, quien no tiene más opción que recibirlos de manera cordial y temerosa. Cortés, baja de su caballo y le obsequia un collar de cuentas de vidrio, colocándoselo en su cuello. Mientras tanto, Moctezuma y sus príncipes, adornan al conquistador con flores y caracoles de los que pendían diversos camarones de oro. El sólo hecho de ver los camarones de oro, tuvo que haber encendido, de manera extrema, la sed de riqueza de Cortés y sus soldados. Muy amablemente, la tropa europea es alojada en el palacio de Axayácatl, ubicado en el centro de esta sorprendente isla – ciudad, metrópoli que, desde un principio, dejó boquiabiertas a los invasores europeos, quienes la compararon con las más avanzadas ciudades europeas. Ya en los aposentos, los conquistadores deciden levantar una capilla, con el permiso previo del emperador mexicano.
Prisión de Moctezuma.
Cortés era un conquistador listo y ambicioso, era un genio en estrategias militares y tomó un acontecimiento como excusa para apresar a Moctezuma y lograr avances militares a su favor, pero ,como veremos después, ésto fue una decisión que lo puso en una desventaja frente a los aztecas ya que condujo a los hechos de la muy famosa » noche triste». En el poblado totonaca de Nautla, previamente conquistado por Cortés y cuyos habitantes ya eran aliados del conquistador, ocurre un enfrentamiento armado entre éstos y los aztecas que habían sido mandados a cobrar los impuestos que se exigían con regularidad. Dichos pobladores se habían negado a pagar el tributo porque ya se identificaban como vasallos de los europeos. En los hechos hubo 7 muertos, entre los que estaban el capitán Juan de escalante. Acto seguido, Cortés acusó a Moctezuma de este hecho y lo hizo culpable de las muertes de los europeos, a pesar que el emperador lo negó rotundamente. El ibérico exige al mexicano que entregara al cacique Cuaupopoca, supuesto responsable directo de las matanzas, a lo que Moctezuma accede y los hace presentar ante el conquistador. Cuaupopoca y sus lugartenientes son atados a postes frente al palacio de Moctezuma, en lo que hoy en día es el Palacio nacional, y son quemados vivos.
La matanza del Templo Mayor.
Cortés y sus tropas se sentían seguros en el Palacio de Axayácatl, de hecho lo habían convertido en su cuartel general. Aquí eran tratados como nobles y todo bajo la mirada y la actitud sumisa de Moctezuma, quien se encontraba encadenado y vigilado. Es muy probable que el emperador mexica sufriera del famoso síndrome de Estocolmo, pues había asumido un comportamiento hasta amistoso con los despiadados conquistadores a sabiendas que estaba en juego la libertad de su pueblo y de su propia vida o, pudiera ser, que todo era producto de un temor el extremo y que pretendiera llevar la situación de la manera más diplomática con sus captores para evitar un baño de sangre mayor. Mientras tanto, Cortés recibe noticia que una expedición mandada por el Gobernador de Cuba, Diego Velázquez de Cuéllar, venía hasta sus territorios ya conquistados, dicha expedición venía comandada por Pánfilo de Narváez; por lo que él, personalmente, decide hacerse cargo de esta situación; dejando en la capital azteca a su lugarteniente de confianza, Pedro de Alvarado, conocido por los indígenas como Tonatiuh, que significa Dios Sol, ya que era muy blanco y de cabellos rubios.