Revista Cultura y Ocio

La batalla de Siracusa

Por Joaquintoledo

Escrito porJoaquín Toledo, especialista en historia del mundo, historia antigua y  con amplia experiencia en investigaciones sobre conflictos bélicos.

La historia que desembocó en la batalla

Finalizadas las guerras médicas, sino durante el transcurso de ellas, había quedado algo perfectamente patente para todos  y se trataba de la enemistad entre las diferentes ciudades griegas. Felizmente para los helenos, se dejaron diferencias de lado por un par de años y las campañas contra los persas tuvieron éxito salvando a su país y toda Europa de una inminente invasión.

Ahora bien, todas las ciudades estado de Grecia no tenían el mismo poder ni prestigio. Esparta y Atenas habían demostrado ser las líderes en todos los campos y las que mayor cantidad de soldados, armas y hasta ideas, invirtieron para aniquilar a los persas en todos los campos de batalla, desde Maratón, pasando por Termópilas y Salamanina, hasta las de Platea y Micala. Cuando Jerjes se retiró derrotado, Atenas y sus aliados estuvieron de acuerdo en llevar a cabo una guerra definitiva que acabó con toda esperanza persa de triunfar en este lado del mundo. Esparta,  mientras tanto, se había conformado con expulsar a los medos y salvar a su patria. Las colonias griegas del Asia Menor, nunca le importaron mucho, sin embargo,  no opuso resistencia a la última campaña emprendida bajo la batuta de los atenienses.

Para cualquier persona razonable de aquella época, estaba claro que a pesar de la destrucción y muerte que los medos llevaron a Grecia, Atenas y Esparta se habían fortalecido militarmente, tanto en logística como en la experiencia obtenida; por otra parte, sus diferencias nunca se habían dejado de lado ni siquiera en el punto más crítico de la guerra, por ende era fácil deducir que un conflicto entre ambas era cuestión de tiempo. Echemos un vistazo a los hechos con más detenimiento. Finalizada la Segunda Guerra Médica, los persas se retiraban aunque aún contaban con el dominio en Asia Menor, que los griegos, sobre todo atenienses, querían recuperar de una vez por todas. Razón por la que constituyen la denominada Confederación o Liga de Delos, una alianza marítima en contra de Persia, con Atenas a la cabeza y dirigida en un inicio por el ateniense Arístides y luego por Cimón, quien en realidad fue un responsable directo de las operaciones.

Como Esparta, la otra gran ciudad no mostró gran interés en esta empresa ni imaginó  en primera instancia el peligro que representaba esta Liga para su ciudad, simplemente,  la ignoró por un tiempo. No obstante,  el poder no era igual en todas las ciudades que constituían la Liga  y Atenas dirigía la campaña, comprometiéndose a proteger las demás ciudades en contra del odiado enemigo persa. Es así como las fuerzas navales de la Confederación conquistan  todo el Egeo recuperándolo del dominio persa. Derrotaron a la marina imperial y avanzaron por tierra, ocupando gran parte de la zona costera,  abriendo  rutas seguras hacia el Mar Negro. Quizá la mayor derrota de Cimón y la Liga fue ver inconclusos los planes de marchar hacia Egipto, en especial por protesta del resto de ciudades aliadas de Atenas, temerosas del creciente poder de esta. Dicha ciudad como representante de la Liga, accede a firmar la paz de Calias poniendo fin al conflicto entre países que se había prolongado tanto tiempo. Ahora quedaba el escenario perfecto para una nueva guerra, esta vez entre griegos.

El poder de Atenas era observado atentamente por los espartanos, no obstante, soportaron en silencio. Con Pericles como nuevo jefe, los atenienses vieron como su ciudad se convirtió en la primera de todas las griegas y en una potencia en la región. El resto de las ciudades que habían conseguido aliarse y recuperar de los persas (en total alrededor de 200 que devolvieron a Grecia el dominio del Egeo y las costas de Asia Menor), estaban quedando francamente relegadas. Poco a poco Atenas se fue ganando enemigos, como cuando ordenó trasladar el tesoro de la Confederación en el 454 a.n.e. hacia allí. Aumentaron los tributos y se inmiscuyó en la política interna de sus aliados, les impuso su moneda, forma de gobierno, etc. En realidad, ninguno de los logros que la historia encierra bajo el nombre del siglo de oro de Pericles y que Atenas consiguió, se hubiese podido lograr sin el tesoro de la Confederación de Delos. A esto período se le conoce como Pentecontecia que no terminó hasta el inicio propiamente dicho de la Guerra del Peloponeso. Ahora bien, ya hemos mencionado el esplendor que atravesaba Atenas, ¿y Esparta?, pues bien el primer roce entre ambas poderosas ciudades fue a causa de la construcción de las murallas alrededor de Atenas, hecho al que  Esparta se oponía terminantemente, pues sabía que así estaría mucho mejor protegida en caso de un ataque.

En el 465 a.n.e, hubo otro roce a causa de una revuelta hilota en Esparta, por lo que esta ciudad solicita ayuda, los atenienses recurren con un gran contingente pero al llegar son devueltos.  Tal desaire solamente complicó las cosas. Esparta y Atenas sabían que la guerra era inminente aunque faltaba algún tiempo para ello. Atenas, por su parte,  estableció una ciudad estratégica en el golfo de Corinto: Naupacto. Llegó el 459 a.n.e., cuando Atenas ve con provecho la guerra entre Megara y Corinto, ciudades aliadas de Esparta  para establecer un pacto con la primera.

Luego de este acontencimiento estalla  lo que se conoce como la Primera Guerra del Peloponeso,  Atenas lucha intermitente e indirectamente con Esparta y sus aliados de Corinto, Egina, entre otros. Atenas por su lado no se desprendió de Megara y Beocia aunque luego tienen  que cederlos. La guerra finalizó entre el 446 a 445 a.n.e., con la Paz de los Treinta Años.

Pero ya no había marcha atrás y hubo dos acontecimientos finales que llevaron a que ambos estados se desangren, hecho que debilitó a Grecia. Por un lado,  estaba la guerra entre Corinto y Corcira. El hecho es que triunfó  Corcira y solicitó su inclusión en la Confederación de Delos, ya que los de Corinto querían venganza. Pericles, entonces,  envía una escuadra de diez naves a las que agrega 10 más  bajo la orden de responder si es que se atacaba la ciudad de Corcira. En la batalla naval iba triunfando Corinto. Así las cosas,  los atenienses se ven obligados a intervenir. De este modo y a pesar de que se respetaba la Paz de los 30 Años, ya había barcos en los puertos de Corcira. En Potidea volvieron a chocar los intereses de ambos, por lo que  se solicita  ayuda a Esparta, esta, quiere frenar las ambiciones de Atenas, pero es  tarde. Lo más curioso es que Potidea pertenecía a Delos y la pugna con los atenienses vino ante la negativa de derribar sus murallas del lado del mar.  Entonces, se envian tropas y Potidea pide la ayuda de Esparta. El segundo choque fue a causa del Decreto de Megara, el que  imponía  estrictas sanciones comerciales, razón por la que  dicha ciudad también se separa de su inicial alianza y prefiere  Esparta, a causa del creciente y soberbio poder ateniense. La liga del Peloponeso, es deci, r el conjunto de alianzas que había efectuado Esparta con otras ciudades, tal cual la de Delos, estaba a punto de entrar en guerra contra Atenas y todo aquel que se pronuncie como su aliado.

Empezaba así una nueva fase de la guerra del Peloponeso que finaliza  hacia el 421 a.n.e. con la Paz de Nicias, en la que  Esparta y Atenas acordaban una paz de 50 años. Pero obviamente ese no fue el fin de las guerras…cuando en el 416 a.n.e. la ciudad siciliana de Segesta envía embajadores a Atenas para solicitar su ayuda en la guerra que llevaban contra Selinunte, los atenienses no pueden  evitar sentirse tentados. Es más, con esto se podría evitar la expansión de Siracusa en Sicilia. Segesta financiaría los costos de la expedición, mientras que los  atenienses fueron enviados a inspeccionar el tesoro de la ciudad quedando  maravillados con los recursos, lo que llegó a  entusiasmarlos  para actuar. La decisión estaba tomada, Atenas intervendría, el platillo era muy jugoso como para dejarlo ir, de paso, ganarían influencia en aquella zona de Italia.

Pronto se eligieron los dirigentes de la expedición: Nicias, Alcibíades y Lámaco, dicho sea de paso discrepaban acerca de llevar o no cabo la expedición de un modo ingente y masivo, pues era evidente lo desprotegida que quedaría Atenas  y nadie quería imaginar que podría hacer Esparta si se fracasaba en la expedición. Sea como sea, al final se realizó, y la urbe que de antaño había sido la más poderosa del mundo estaba entrando en sus últimos años como tal. Era junio del 415 a.n.e., cuando la flota zarpaba de El Pireo hacia Corcira, allí embarcó el resto de la tropa y luego rumbo a Sicilia en 134 embarcaciones de guerra de las que 100 eran de Atenas; además de otros 130 transportes, 5100 hoplitas (2200 atenienses), 1300 arqueros, y otros tantos piqueros, lanzadores, honderos, además de 300 caballos. En total iban unos 27 mil soldados.

Al desembarcar en Reggio acaeció el primer roce, cuando las tropas se enteraron de que el tesoro de Segesta no era el que se había declarado, las tropas atenienses al sentirse engañadas, decidieron atacar Siracusa en lugar de Selino. En dicha ciudad, famosa por su opulencia en toda Sicilia, se creía que la cruzada en realidad había sido desde un inicio contra ellos y no hacia Selino. El general siracusano movilizó sus influencias y pidió ayuda a otras ciudades cercanas incluida Cartago, además preparó a su flota. Los atenienses sin querer se habían metido en un embrollo muy profundo, lo único que salvaba a  estos era el escepticismo entre la clase política siracusana quienes pensaban que Atenas no podría mantener una guerra en un frente tan lejano con Esparta tan cerca y amenazante.

La desastrosa campaña de Sicilia

Estaba tomada la decisión, a las pocas horas los atenienses y siracusanos ya se miraban los rostros. Estos últimos contaban con 1200 jinetes superando por mucho a los griegos en este aspecto. Sin embargo, la batalla que trabaron fue muy dura y si bien los siracusanos pelearon heroicamente, el peso de la experiencia favoreció a los griegos y la batalla concluyó a su favor habiendo perdido solo 50 soldados contra 260 de los italianos. Los atenienses, concluido esto regresaron a Catania a causa del invierno. Ahora bien, para los siracusanos las cosas no habían terminado allí. Pidieron ayuda a Esparta y otros enemigos de Atenas, esta solicitó más caballería y también hizo sus propias correrías con respecto a aliados, Cartago y los etruscos fueron llamados al combate por ambos bandos. Esparta ayudó a los sitiados enviando solo a un general suyo, llamado Gilipo para que dirija las operaciones. También llegaron desde Atenas los refuerzos solicitados para los invasores, además 400 talentos de plata para poder contratar a sicilianos. Era mayo del 414 y todo estaba listo para la campaña de verano.

Los atenienses se prepararon para lo que parecía ser el asedio final sobre la ciudad, los sitiados recurrieron a guarnecer la urbe en el norte. Un día antes del ataque, durante la noche, los griegos movilizaron sus tropas en barco, desembarcando en León y tomando la puerta de Euríalo, aquí se trabó un ligero aunque arduo combate con las fuerzas del general siracusano Diomilo, finalmente, este tuvo que ceder y marchar hacia el interior.

A continuación, los griegos hicieron gala de su estrategia y empezaron a construir un muro para aislar la ciudad y evitar que reciba refuerzos, pues a sus espaldas tenía el mar. Los siracusanos iniciaron la construcción de otro muro para defenderse hasta el final. Se produjo una seria de ataques de uno y otro bando entre murallas, si bien ninguno pudo evitar continuar con la construcción, aunque hay que aclarar que los atenienses contaban con el dominio del mar, por ello, al completar el cerco, sus barcos cerraron todo posible abastecimiento por el Mediterráneo hacia la ciudad. Era obvio que para los siracusanos la situación pendía de un hilo en aquellos momentos.

Hacia el final de la contienda: la intervención espartana

Mientras tanto Gilipo se preocupaba por hacer algo para revertir la situación de los aliados, llegó con algo de refuerzos y al enterarse que aún quedaba una pequeña porción de terreno para romper el cerco por mar, decidió arriesgarse habiendo reclutado un ejército de 2 mil hoplitas.  En Euríalo tomó contacto con los siracusanos, empezando a construir otro porción del muro en Epípolas, los atenienses intentaron rechazarlos, produciéndose dos batallas, en la primera resultaron victoriosos los griegos pero los siracusanos pronto respondieron reforzados por los recién llegados y Gilipo pudo terminar su muralla. Los corintios aportaron a causa siracusana, parte de su flota.

Para los griegos la situación cambio de un momento a otro y Nicias andaba ya preocupado de ser él y su ejército, los cercados. Además, los combates se trababan casi por cualquier búsqueda de suministros o recursos. Atenas envío refuerzos y Esparta también. Pasó así el verano, el otoño y un nuevo invierno. Llegada la primavera Gilipo lanzó una nueva ofensiva. Fue un ataque conjunto por mar y tierra que los atenienses resistieron apenas gracias a la superioridad de su flota. Sin embargo, en tierra perdieron su base naval y con esto la posibilidad de seguir siendo abastecidos.

Los refuerzos atenienses llegaron para el verano, en julio del 413, bastante tarde. Iban al mando de Demóstenes y Euridemonte, eran casi 15 mil soldados y poco más de 70 embarcaciones. Aún así, estos refuerzos no pudieron doblegar la resistencia siracusana sin contar que aún no llegaban los refuerzos espartanos de estos, una vez desembarcados, los atenienses deberían retirarse sin más ni menos. Pero Gilipo no iba a perdonarles ni a darles ninguna posibilidad, por ello, decide atacar las naves de los atenienses con gran parte de sus fuerzas. La flota atenienses, bastante mermada y desabastecida parte hacia el interior del Puerto Grande, pero otra vez Gilipo se les adelanta y manda a bloquear dicha entrada.

A continuación, se produce una nueva batalla naval mucho más esforzada que antes en la que las naves siracusanas logran derrotar a las griegas, muriendo Euridemonte. Era 10 de septiembre del 413 a.n.e y los siracusanos habían demostrado poder imponerse a los griegos y salir airosos. Una vez más, los atenienses sedientos de poder se habían llevado una catástrofe a casa. Nicias y Demóstenes organizaron retirarse a Catina dividiendo en dos grupos sus 40 mil soldados, pero las intenciones de Gilipo fueron las de humillarlos desde un principio y exterminarlos por completo, así que les corta la retirada y luego de encarnizados combates los obliga a rendirse. Mueren en batalla 20 mil atenienses y sus 6 mil aliados son obligados a rendirse, este era el bando de Demóstenes.

La expedición de Atenas había sido un total fracaso tanto porque no se cumplieron los objetivos iniciales como por las pérdidas materiales, humanas y económicas que la operación implicó. Sus aliados se pasaron, temerosos al bando espartano, inclusive los persas firmaron numerosas alianzas para así poder derrotar a la ciudad más poderosa del mundo que ahora estaba indefensa. Los atenienses se prepararon, resistieron y hasta vencieron pero su gloria de antaño quedó en eso, en el pasado. En el 404 fue finalmente ocupada por Esparta finalizando la guerra del Peloponeso con la victoria espartana.


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