Los preparativos
En Tarento la Regia Marina tenía apostados en total unos 6 acorazados, 9 cruceros pesados, 13 destructores y 7 cruceros ligeros. En especial las primeras unidades, eran un platillo apetecible que sería aparentemente un blanco fácil para los torpederos británicos. Tras la destrucción de aquellos buques anclados en el mentado puerto, Londres esperaba volcar la guerra en el Mediterráneo totalmente a su favor y cerrar 1940 con broche de oro. A inicios de noviembre, un batallón de infantería fue retirado de Inglaterra y fue designado a la isla de Malta. Eran 2 mil soldados que iban en un acorazado, el Barham, en tres cruceros y en seis destructores. Todos los buques citados menos las últimas seis unidades se debían además unir a la Mediterranean Fleet de Cunningham para repotenciarla. Esta debería zarpar de Alejandría escoltando un nuevo convoy y darles el encuentro en Malta. El 11 de noviembre ambas fuerzas convergieron. Sin embargo sólo una escolta de destructores se dirigió a Alejandría, pues el grueso de la flota tenía pensado ya marchar rumbo al noroeste donde Cunningham quería llevar a cabo un nuevo plan, ambicioso y algo arriesgado pero que de dar resultado beneficiaría a todos.
Diagrama de los ataques británicos.
En efecto, habiendo consultado unos tres meses antes con su comandante de aviación naval, Lumley Lyster, éste le sugirió al almirante de la Mediterranean Fleet, la posibilidad de realizar un ataque contundente contra la escuadra italiana en el puerto de Tarento. Se aprobó el plan y por ello éste último fue ascendido a contraalmirante. Los británicos llevaron a cabo toda una investigación de los puertos, tomando fotografías de Tarento los buques que allí se hallaban anclados, las redes, las barreras anti-torpedos, los globos cautivos y muchos otros obstáculos ante un posible e inminente ataque. Justamente aquel mismo día de noviembre, los exploradores de la aviación trajeron consigo interesantes fotografías revelando que al menos cinco de los seis acorazados italianos estaban fondeados en el puerto y al mediodía siguiente, por si fuera poco se informó que el sexto estaba llegando a Tarento. Si bien en un inicio el ataque había sido proyectado el 21 de octubre, aniversario de Trafalgar, los preparativos y un incendio del Illustrious, retrasaron la fecha hasta noviembre. El ataque se realizaría de noche, y en efecto, al anochecer del día 11 de aquel mes, el portaaviones ya recuperado tras el incidente, junto con su respectiva escolta, se separó del resto de la poderosa Mediterranean Fleet para poder colocarse en una posición ideal frente al puerto italiano. El objetivo era atacar desde el aire a los italianos con torpedos y hundir sus naves antes de que estas signifiquen una amenaza para la Mediterranean Fleet.
La Batalla de Tarento-11-12 de noviembre de 1940
El puerto de Tarento está ubicado en la zona sur y austral de Italia. Allí está el golfo conocido como Tarento donde el principal puerto llevaba tal nombre, el cual no debía tener más de 12 metros de profundidad. Si el plan inglés era torpedear los barcos anclados, se tuvo que hacer algo muy inteligente. Antes que nada, los torpedos aéreos podían estabilizarse y dirigirse contra su objetivo con una profundidad mínima de 30 metros, o de lo contrario lo más probable es que choquen contra el fondo o sencillamente pierdan la dirección. Para solucionar este inconveniente, la Royal Navy creó torpedos un poco más livianos para así poder compensar la relación peso-dirección-estabilidad del objeto en un puerto tan poco profundo.
La primera oleada de doce aviones Swordfish al mando del capitán de corbeta K. Williamson se dirigió hacia Tarento a las 21 horas del 11 de noviembre. Seis de los aeroplanos llevaban torpedos y el resto bombas. Dos además debían lanzar cohetes luminosos. Llegaron sobre su objetivo, quieto y desprevenido debido a la carencia de radares hacia las 23 horas del mismo día. Primero, se dejó caer los cohetes luminosos. Conseguida la sorpresa, comenzó el bombardeo sobre los depósitos de combustible. Los bombarderos lanzaron a su vez ataques contra cruceros y barcos mercantes fondeados. Los torpederos aún no entraban en acción y mientras sus compañeros distraían a los reflectores, ellos venían por el oeste y norte. Los aeroplanos se dirigieron en picada hasta la cota 90. Williamson fue atacado y cayó en el puerto junto con su Swordfish. Empero cumplió su misión pues logró lanzar el torpedo que alcanzó la proa del Conte di Cavour, el acorazado italiano que se hallaba en la zona más meridional del puerto. El segundo torpedo de otro avión de la RAF, alcanzó asimismo al Littorio, probablemente uno de los acorazados más soberbios de toda la Regia Marina Italia. Se intentó atacar otra vez a éste último pero tal parece que se falló en la puntería o sencillamente el torpedo no explotó. Los aviones continuaron atacando algunos otros objetivos y se retiraron.
La base naval de Tarento a mediados de la década de 1930.
La segunda oleada había despegado veinte minutos después que la segunda. Estaba dirigida por el capitán de corbeta J. W. Hale, llegando sobre su objetivo a medianoche. Toda su formación la conformaban nueve aparatos, cinco con torpedos y cuatro con bombas. Dos de ellos actuaron igual que sus compañeros antes lanzando cohetes luminosos. Si bien la Regia Marina ya estaba advertida y utilizaba toda su artillería disponible, el segundo ataque no tuvo muchos problemas y los resultados fueron fructuosos. Uno de los torpederos a pesar de haber sido alcanzado dos veces por el fuego anti-aéreo, consiguió lanzar su torpedo contra el Vittorio Veneto. Lamentablemente, no alcanzó su objetivo. Sin embargo sí se impactó otra vez al Littorio en el costado derecho, y otros torpedos hicieron lo suyo contra el acorazado Caio Duilio. El único aparato que cayó en el combate de la segunda oleada fue derribado por el crucero Gorizia. El último avión en llegar al combate atacó a los cruceros a pesar del denso fuego artillero y retornó al portaaviones británico Illustrious aprox. a las 2:40 horas de la madrugada. Sólo se habían perdido dos aviones. Para el mediodía, la escuadra ya estaba reunida en su totalidad y puso marcha rumbo a Egipto. Obviamente, a pesar de sentir la pérdida de dos compañeros, los británicos consideraron la misión como un verdadero éxito, basado en su decisión e iniciativa.
Al enterarse del desastre de Tarento, los dirigentes de la Regia Marina parecieron escandalizarse. De los tres acorazados que fueron alcanzados, el Conte di Cavour terminó hundiéndose parcialmente. Se hicieron grandes esfuerzos y posteriormente fue puesto a flote, pero no volvió a participar en acciones bélicas nunca más. En cuanto a los otros dos, sencillamente quedaron inoperativos durante seis meses debido a daños importantes. Resulta increíble de creer que a pesar de lo bien defendido que se hallaba al puerto, con decenas y decenas de baterías antiaéreas apostadas tanto en los buques como en tierra, al final sólo dos aviones hayan sido derribados. Tal vez la razón radica en que el ataque se hizo de noche y los objetivos eran pequeños, escurridizos y solamente tenían que dedicarse a dejar el torpedo o la bomba para después marcharse. Los daños en el puerto fueron igual de considerables. Al mismo tiempo, el 12 de noviembre, llegaron noticias de que un convoy italiano había sido atacado y destruido casi en su totalidad por dos destructores y tres cruceros de la Royal Navy en el Mar Adriático. A este enfrentamiento se le conoció sencillamente como la Batalla del estrecho de Otranto. El desastre de Tarento pudo haber sido inclusive mucho peor para los italianos pues Cunningham y Lyster pensaron atacar la noche siguiente el resto de los objetivos anclados en el puerto pero el mal tiempo les impidió dar rienda suelta a la ofensiva.
Consecuencias
Fairey Swordfish de la RAF llevando un torpedo aéreo.
Obviamente, dependiendo del bando, las consecuencias fueron buenas o malas para unos y otros. Los británicos ahora pudieron desplegar dos de sus acorazados, Ramillies y Malaya al Atlántico, donde podrían ser más útiles contra la Kriegsmarine alemana. De los cuatro aviadores perdidos, tres fueron hechos prisioneros por los italianos. En Inglaterra la noticia se esparció inmediatamente e infundió mucha moral a la nación en guerra. En cuanto a la Regia Marina, lo primero que hizo fue enviar a sus naves a salvo desde Taranto a Nápoles de inmediato con el fin de evitar ataques similares. El Duce estaba furioso y los altos dirigentes de la Armada consideraron que lo mejor era ser prudentes de ahí en más ante los portaaviones ingleses. Como vemos, en este lado del mundo, ya había quedado patente que este aparato y los aviones habían desplazado a los grandes cañones de los acorazados como la pieza fundamental de la guerra en el mar. En Italia, la mala nueva fue escondida para el pueblo por la prensa, sin embargo los militares fascistas ya sabían muy bien de las consecuencias. Más tarde, el golpe rotundo lo dio la Royal Navy en la Batalla del Cabo Matapan en marzo de 1941 y después de eso, la Regia Marina jamás volvió a representar una amenaza cuando estaba sola. De todos modos, aún quedaban largos meses de enfrentamientos, y si bien los británicos parecían haber conseguido la ventaja, aún faltaba que la Luftwaffe ingresase en escena.