Monasterio de Uclés
Pedro Alcántara de Toledo y Salm-Salm, duque del Infantado fue nombrado para dirigir el ejército del Centro. Comenzando a reorganizar en Cuenca este ejército, recabó recursos económicos y reclutó hombres procedentes de la Mancha y Andalucía, consiguiendo reunir a unos 21.000 efectivos mal armados y bajos de moral. El día 25 de diciembre envió al mariscal Venegas con un conjunto de unidades dispares, a Aranjuez y Tarancón con intención de recuperar Madrid. Los franceses enviando al general Víctor, que se situó al sur del Tajo.
El ataque se produjo el día 25 de diciembre, y la infantería española estuvo a punto de cortar la retirada a los dragones franceses, pero una gran nevada impidió que la caballería llegara a tiempo. Ante esta situación, y por temor a una ofensiva inminente de Víctor, Venegas solicitó permiso del duque del Infantado para retirarse hasta Cuenca. El duque se lo denegó, permitiéndole retirarse a Uclés, mientras él avanzaba desde Cuenca con el resto del Ejército del Centro. Venegas retiró su fuerza en la media noche del 11 de enero, bajo un fuerte temporal de lluvia y nieve, para dirigirse hacia Uclés. Al día siguiente se unieron las tropas al mando de Senra en Uclés, mal equipados y bajos de moral.
La batalla
La noche del día 12 al 13 de enero, Venegas ordenó reforzar el destacamento de Tribaldos. Al amanecer del día 13 de enero los franceses avanzaron hacia dicha posición. A las 08:00 horas, Villatte la atacó, la infantería española aguantó, en un principio, el bombardeo artillero de las baterías francesas, hasta que tuvieron que replegarse hacia Uclés. En Villarrubio se encontraba el ala izquierda española a las órdenes del brigadier Senra, que se replegó hasta alinearse en el ala izquierda de Uclés. Venegas se encontraba enfermo, y dispuso su cuartel general en el convento de la Orden de Santiago.
El mariscal Víctor, partió desde Tarancón hacia Alcázar del Rey. Pero se perdieron en el camino, y acabaron dirigiéndose hacia Uclés por el camino de Paredes. Hacia las 11:00 horas, comenzó la batalla propiamente dicha. La brigada de Puthod maniobró sobre la izquierda española para tomarla de flanco. Maniobra que pasó desapercibida para los españoles, que tenían fija su atención en su centro. Cuando se apercibieron de la amenaza, era demasiado tarde: cinco batallones les arrollaron, huyendo en desbandada hacia Uclés. Se intentó reconstruir el ala izquierda, pero el avance de las columnas francesas era imparable, y fueron arrollando los sucesivos intentos de las tropas españolas al descender de la sierra del Pavo. La brigada Patchod asaltó frontalmente el centro, en dirección al convento. Su ataque tuvo éxito, ante unos batallones españoles que se veían desbordados por su ala izquierda.
En el ala derecha española, Venegas había sido herido levemente y no había nadie que lo relevase. Entonces Pedro de Girón, marqués de las Amarillas, decidió abandonar su posición. La división de Ruffin, se encontró frontalmente con la columna de Girón y le cerró el paso, quedando rodeada por los franceses Los españoles intentaron abrirse paso a la bayoneta y Pedro Girón consiguió escapar junto con otros oficiales. Entretanto, los regimientos Castilla, Lusitania y cazadores de Sevilla consiguieron escapar hacia Carrascosa, sin encontrar resistencia. Los regimientos de caballería Borbón, Príncipe y Reina atacaron a la caballería francesa, logrando desorganizarla, pero en su huida tropezaron con la artillería del Cuerpo de Ejército-I. Para mayor desgracia, una acequia ancha y profunda, les cortaba el paso. Muchos murieron y otros fueron heridos o hechos prisioneros, tan solo unos pocos consiguieron llegar a Huete y ponerse a salvo camino de Cuenca.
Víctor se propuso caer sobre la columna del duque del Infantado. Dejó en Uclés a los dragones de Latour-Maubourg, para vigilar a los prisioneros, que aprovecharon para saquear la villa. Víctor marchó hacia Alcázar del Rey, en tanto que Villatte lo hacía hacia Carrascosa por Rozalén. A su paso arrasaron y saquearon todo en las localidades de Rozalén y Carrascosa. Tras la estrepitosa derrota, los restos del ejército del Centro emprendieron la huida hacia Cuenca, perseguido por el mariscal Víctor, que acabó con la pérdida de la artillería española en un combate en la localidad de Tórtola.
Secuelas
Los restos del ejército español se replegaron a Valencia. Habían perdido 2.000 muertos y heridos, junto a 5.680 prisioneros. Los vencedores tomarían represalias contra los habitantes de Uclés. Llevaron a cabo un saqueo salvaje, en las casas y en el monasterio. Los monjes fueron torturados, para, posteriormente, ser ahorcados; los hombres degollados en la carnicería y las mujeres fueron violadas. No se libraron del saqueo ni la ermita, ni el hospital, que fueron destruidos por completo. Al daño de los franceses, ante la confusión creada, se añadió el pillaje de los propios vecinos.
El resultado de la batalla fue desastroso para las armas españolas, además de los miles de muertos y prisioneros, el ejército del Centro quedó disperso. Los franceses aseguraban su posición en Castilla y al rey José en Madrid. El mariscal Víctor entró, sin encontrar oposición, en Cuenca el 16 de enero de 1809, dando por terminada la operación que se le había ordenado: destruir las tropas del duque del Infantado.
Ramón Martín