Ante la creciente crisis Venezolana, se proyectan diversos escenarios, la mayoría de estos ambiguos e inciertos. Sin embargo, dado que esta situación se viene gestando desde hace algunos años atrás, lo que resulta realmente novedoso es la manera en que se lleva a cabo la lucha por el poder dentro del país.
En la actualidad, se ha generado una gran controversia entre los gobiernos del mundo, debido a que no ha habido unanimidad en cuanto al reconocimiento de un presidente como tal, por lo que dependiendo del país al que se haga referencia, se establecen relaciones diplomáticas con un presidente u otro. Ante el escenario expuesto, se podría concluir que en Venezuela existen dos presidentes, algunos los diferencian refiriéndose a cada uno como: El legítimo y el usurpador, así como otros entre el democrático y el dictador. Independientemente de cómo se identifiquen, lo cierto es que han surgido dos figuras políticas antagónicos en criterios, valores y lo más importante, en la visión del país. Mientras Nicolás Maduro se propone consolidar a Venezuela como un país socialista/comunista, su contraparte Juan Guaidó desea que Venezuela vuelva a la senda democrática, donde se respeten los derechos humanos y se recupere la prosperidad de los habitantes de esta gran nación.
En este punto, llama poderosamente la atención, que ni Maduro ni Guaidó, son líderes genuinos del pueblo Venezolano. Mientras el primero fue auspiciado por el difunto Hugo Chávez a fin de mantener la unión del partido socialista unido de Venezuela (PSUV). El segundo es un político joven al que le toco asumir responsabilidades muy superiores a las que había visualizado, producto de la detención masiva de políticos opositores de mayor trayectoria dentro de su partido voluntad popular.
Continuando los planteamientos expresados anteriormente, cabe acotar que durante el transcurso del presente año 2019, el presidente Guaidó se ha ido ganando la simpatía del pueblo Venezolano quien ahora lo reconoce y ve en él una esperanza. No obstante, es claro que el señor Guaidó no es quien toma las decisiones en su partido ni tampoco en la oposición. En tal sentido, es notable la influencia de su jefe de partido Leopoldo López, quien a su vez está apoyado por los intereses de los Estados Unidos de América y otros importantes países extranjeros.
Por otro lado, en el caso de Nicolás Maduro, ha quedado en evidencia el malestar que ha creado dentro del propio oficialismo por su desfavorable gestión desde el punto de vista económico, político y social. En este contexto, sobre Maduro también existe una profunda presión a la hora de tomar decisiones, la cual proviene de agentes cubanos y el apoyo condicionado de China y Rusia.
Ante este escenario, queda claro que la lucha por Venezuela no la están librando sólo los venezolanos, de ahí la complejidad para la solución de este conflicto. Lo que resulta verdaderamente inquietante, es que el pueblo Venezolano ahora escucha y sigue a títeres revestidos de autoridad que siguen principalmente intereses foráneos.
En síntesis, considero que de nada sirven los políticos ni los recursos del país, sino se hace énfasis en el desarrollo y el bienestar de su gente. Prestando poca atención a quien sea el líder o el títere lo único relevante hoy es devolverle la seguridad, la justicia, el respeto a los derechos humanos, la libertad de expresión y la oportunidad de obtener una calidad de vida digna al pueblo Venezolano. Para lograr lo anterior, es necesario que se consolide un cambio, no pueden seguir cohabitando ambos presidentes, ambos títeres, es menester realizar una acción determinante para el progreso del país.