Revista Opinión
Ángel Vadillo, alcalde de Alburquerque (Badajoz), abandonaba el pasado sábado la huelga de hambre que mantenía desde hace noventa días en protesta por la supresión de las primas a las energías renovables. Vadillo inició un ayuno voluntario el pasado 11 de junio, después de una marcha a pie desde su pueblo hasta la puerta del Ministerio de Industria en Madrid, para exigir la apertura de una mesa de diálogo y debatir sobre el futuro de las renovables y las posibilidades de empleo que generan. La iniciativa empezó al promulgarse un decreto de Industria que supuso la supresión de las primas a las renovables y anularse un proyecto de implantación de cinco plantas termosolares, en Alburquerque.
Edil de Alburquerque, localidad de 5.600 habitantes, con un 40% de paro, gobernada por el PSOE, Vadillo lo tenían todo preparado. Los terrenos, recién recalificados, ya estaban listos. Los permisos de obra, aprobados. La instalación de cinco plantas termosolares prometía crear 820 empleos durante la ejecución de las obras. Pero, en enero llegó el funesto decreto 1/2012, que se llevó por delante el sueño. Se suprimían las primas a las energías renovables, un golpe de gracia para el desarrollo de las energías limpias en España, una herida de muerte para su pueblo.
Salió de él, el 19 de marzo, día del padre. De la pared cuelga una foto del alcalde hace diez años, con un aspecto bien distinto del de ahora. En una mesa, una cartulina con el escudo del Atleti, su equipo. Fueron 639 kilómetros de marcha hasta llegar a Madrid. Pisó la capital el 10 de abril y se instaló a la altura del número 160 del Paseo de La Castellana, frente al Ministerio de Industria. Pidió entrevistarse con el ministro, José Manuel Soria, quien hizo oídos sordos a sus demandas. Inició la huelga de hambre el 11 de junio. El ministro le recibió poco antes. La reunión duró en torno a una hora. “Fue un monólogo”, recuerda Vadillo. El ministro, apenas le dijo nada. El miércoles, 5 de septiembre ingresaba en el madrileño hospital de la Princesa, al producirse una serie de alteraciones cardiacas en su organismo, ya agotado. Y, hace unos días, en el Congreso de los Diputados, Soria calificaba de legítimas las reivindicaciones de Vadillo, pero decía que no podía atender su caso “particular”.
“Las eléctricas nunca han querido el desarrollo de las energías renovables. Son tan poderosas que dictan la política energética”. No es de extrañar –añade Vadillo–, que ex presidentes como Felipe González y José María Aznar, y ex ministros como Pedro Solbes y Narcis Serra, hayan acabado trabajando en el sector. “Tenemos un modelo energético cancerígeno –sostiene este acalde de 48 años y treinta kilos de menos por la huelga–, no sólo por las energías sucias, sino por la dependencia”. El viernes recibió un homenaje en Mérida y ayer, otro del 15-M en el edificio de Tabacalera, en Madrid, donde anunció que ponía fin a la huelga. Vadillo ha conseguido al menos que el Ministerio de Industria se comprometa a recibirlo para hablar de la conformación y la posterior apertura de la mesa de diálogo sobre las energías renovables, si abandonaba la huelga de hambre. Al fin, Ángel Vadillo y la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético han acordado con el Ministerio de Industria, Energía y Turismo, la puesta en marcha de una mesa de diálogo para la creación de un nuevo modelo energético sostenible.