En la Biblia, en Levítico 10:1-5, Nadab y Abihú, los hijos del profeta Aarón y sobrinos de Moisés, mueren envueltos en llamas al ofrecer fuego extraño que no agradó a Yahvé en el Tabernáculo recién construido. Como el fuego no consumió sus cuerpos, que fueron retirados, se ha especulado que murieran por tocar el Arca de la Alianza y esta fuera una antigua batería eléctrica.
Según Éxodo 25:10-22, Yahvé les indica las especificaciones del Arca de la Alianza, señalando que debe construirse en madera de acacia recubierta por dentro y fuera de oro, incluyendo los detalles de las patas, los travesaños, las alas y los dos querubines cuyas alas deben cubrir el Arca y mirarse mutuamente. En él se colocarían las Tablas de la Ley, incluyendo las que Moisés rompió. Este Arca se albergaría en el Tabernáculo junto al pan de la presencia, la menorá y un altar de incienso, aunque separado de estos por una cortila de lana azul, púrpura y escarlata.
Dado que los cuerpos de Nadab y Abihú mantenían su integridad, se ha interpretado que fueron quemados desde dentro. Este episodio recuerda a la muerte súbita de Uzá en 2 Samuel 6:6-7, cuando osó sostener el Arca de la Alianza cuando los bueyes tropezaron en su traslado de Baalá de Judá a Jerusalén.
El texto especifica que Nadab y Abihú ofrecieron un fuego extraño que no agradó a Yahvé, por lo que este los mata. Este es el comportamiento al que nos tiene acostumbrados, como cuando mandó osos a matar a unos niños o rechazó la ofrenda de Caín sabiendo que mataría a su hermano. Como en esos casos, sus muerten pretenden enseñar una lección. Hay que entender que el Levítico parte de la la fuente P (Sacerdocio) y está dividido en cinco partes:
- Capítulos 1-7: enseña cómo los sacerdotes hacen los distintos tipos de ofrentas
- Capítulos 8-10: muestra como empezó y los errores que se cometieron
- Capítulos 11-16: implica las leyes en torno a la pureza ritual
- Capítulo 17: señala las instrucciones hacia el Día de la Expiación (Yom Kipur)
- Capítulos 18-27: trata la observancia del Código de Santidad, que cumplirían tanto los sacerdotes como el resto de personas de Israel para conservar su santidad.
Por lo tanto, este relato muestra los errores, pero genera dudas de dónde está el error. ¿Fue usar sus propios incensarios? ¿Deberían haberlo usado solo para quitar las cenizas y no para ofrecer incienso? ¿Estaban autorizados para la ofrenda? Y el detalle que parece tener la clave, ¿qué era el fuego extraño? Se ha sugerido que este fuego no contenía los ingredientes adecuados, como se expresa en Éxodo 30:9, ni fuera del altar, siendo impuro y, por lo tanto, no autorizado. Además, habría sido posible que, o no tuvieran permiso para entrar al Sancta Sanctorum o no hubieran tomado las medidas adecuadas, pues solo podía entrar el sumo sacerdote, es decir, su padre Aarón, durante el Día de Expiación.
Junto a estas preguntas surgía una más: ¿De dónde vino el fuego?
Tras la creación de la botella de Leyden en 1745, el primer condensador eléctrico, Georg Wilhelm Lichtenberg (1742-1799) intentó responder a esta última pregunta señalando que el Arca de la Alianza tenía una estructura similar, generando descargas eléctricas, especialmente entre los querubines. Defendía que un querubín estaba conectado a la capa exterior negativa de oro, mientras el otro lo estaba a la capa interna positiva. Las cargas se habrían acumulado por el ambiente seco del desierto y la electricidad estática transmitida al mover la lana que la cubría. Dado que el interior nunca se vería, por lo que no tendría que lucir artísticamente, justificaba que esta era la razón por la que estaba cubierto de oro.
Esta teoría se popularizó durante el siglo XIX tanto en la literatura científica popular como entre la excéntrica literatura religiosa de la época y los periódicos. En Le Grand Recueil (1961), Francis Ponge lo señalaba como un ingenioso condensador preparado para electrocutar a los impíos, pero los autores judíos tradicionales han desechado cualquier explicación física.
- Newman, S. A. (2017). AN ELECTRIC ARK: THE HISTORY OF AN INTERPRETATION. Jewish Bible Quarterly, 45(3), 169-173.
- Beal, T. K., & Linafelt, T. (1995). Sifting for cinders: strange fires in Leviticus 10: 1-5. Intertextuality and the Bible, 19-32.