Cuando me enteré de que Christophe Gans (Silent Hill, El Pacto de los Lobos) iba a hacer una nueva versión de La Bella y la Bestia me alegré enormemente porque, por su filmografía, podíamos esperar que el francés le diera a esta revisitación un toque macabro que siempre he considerado muy apropiado para esta historia. Craso error por mi parte. Esta película es ampulosa, visual e, incluso, barroca pero de macabra, tétrica o algo similar, nada de nada.
El argumento es el ya conocido por todos en el que, por culpa de una rosa que le había pedido como regalo a su padre, la joven Bella (Léa Seydoux) se ve obligada a ir a vivir a un castillo habitado por una bestia (Vincent Cassel) , quien, en realidad, es un príncipe maldito.
Uno de los aciertos de la película es la estructura de la historia. La película se convierte en un cuento que una narradora está leyendo a unos niños. Es un pequeño detalle, pero consigue llevarnos, desde el primer momento, al mundo mágico que Gans va a desarrollar ante nuestros ojos. Y ese es otro de los puntos fuertes de la película, ya que la ambientación es magnífica y la atmósfera está perfectamente conseguida. Hubo momentos en los que la estética de la película me recordó mucho a la Alicia en el País de las Maravillas de Tim Burton y es muy curioso, porque veo en ambas películas cualidades (pocas) y defectos (muchos) muy similares.
El principal defecto es que la película es muy insustancial, Gans nos regala la vista a base de planos preciosistas pero se olvida de que la forma pura sin contenido puede llegar a aburrir. Y ese es el problema, la película discurre sin que nos demos cuenta de en que momento empieza la acción porque prácticamente no pasa nada en todo el metraje salvo la subtrama de la cierva dorada, sabiamente engarzada con la trama principal a través de los sueños de Bella, y la escena de acción en los jardines del palacio de la Bestia. Y, la verdad, después de pasarte casi dos horas viendo lo bonitos que son los vestidos de Bella y lo espectaculares que son las estancias del castillo, te aburres porque quieres algo más. Si al menos el diseño de la bestia fuera destacable, pero ni eso, es algo así como un gato con botas grande que por no dar, no da ni pena.
En resumen, es muy floja y pretenciosa, creo que Christophe Gans ha pecado de "gustarse mucho" y se ha creído Jean Cocteau. Una lástima, parecía que iba a ser un "sí" pero es un "no".