Trasladar cualquier tipo de dibujo, ya venga del formato cómic o de la animación, al cine de imagen real es siempre una decisión difícil y una tarea que no suele acabar bien, porque aquello que fue creado pincel en mano suele perder cierto sentido cuando toma aspecto humano.
Gracias al destino, a Bill Condon y a Disney, nos encontramos ante una de esas "raras avis", porque todo, absolutamente todo, ha sido trasladado de forma coherente, creíble y con total fidelidad. Desde el aspecto musical, pasando por los decorados y vestuarios, hasta terminar con la similitud del elenco escogido. Todo agrada, recuerda y resulta atractivo.
Aquello que funcionó en su versión animada (uno de los clásicos modernos más valorados dentro de la factoría Disney) lo hace en esta versión real, y se agradece hasta el infinito como se ha intentado respetar, casi al milímetro, todo lo que contenía tan maravillosa versión.
Aunque ya os decimos que todo funciona de perlas, cabe destacar a un fabuloso Luke Evans que logra convertir al Gastón de animación en todo un personaje de carne y hueso (algo que no era sencillo...), y a un Ewan Mcgregor que le aporta una estupenda actuación de fondo (y vocal en V.O.) al mítico personaje de Lumiere, sin olvidarme, también fantásticos hasta lo excelso, de las impresionantes y divertidas actuaciónes de Sir Ian Mckellen y Josh Gad.
Comedia, drama, musical, romance, épica...quizá por contener tantas variantes, y por estar tan bien medidas, funcionó la original, y por haberlo respetado esta también consigue el mismo efecto: emociona, resulta tan bella como su protagonista y es capaz de encandilar a pequeños y a mayores.
Un gran film para todos los públicos que recomendamos, principalmente pero sin excluir a nadie, a los que ya disfrutaron con la versión animada de 1991. Estupenda adaptación.