Hay tangos que aparentemente tratan de mujeres pero mira este.
A quién ves
reflejado en pequeño
en cada una de sus lágrimas.
Ella lo ve a él. En sus propias lágrimas. En su propio sufrimiento. En su ir y volver.
Yo a él lo percibo a través de ella. Porque yo la veo a ella. Veo su atracción por él. Veo su querencia, su necesidad incluso, por esa atracción; su renuencia a desprenderse de ella. Y "en los ojos de ella/se veían las cicatrices de tanto mirar y mirar cada piedra de cada una de las aceras de la ciudad,/cada una de las ventanillas de los autobuses que pasaban, los cristales de cada tienda/o edificio de oficinas o cabinas telefónicas/para arrancarles/un destello del marido con otra si fuese posible así percibirlo".
Él es infiel. Desde el principio.
Mi marido mentía en todo.
[...]
Mentía cuando no era necesario.
Mentía cuando ni siquiera era conveniente.
Mentía cuando sabía que sabían que estaba mintiendo.Mentía cuando mentir rompía sus corazones.
Mi corazón. El corazón de ella. A veces me pregunto qué pasó con ella.
Hay algo de filo nuevo y ardiente en la primera infidelidad conyugal.
Ella, la palabra que estalla.
Ella (la primera amante y las posteriores) estalla dentro de ella (la esposa) y la rompe en mil pedazos. "[...] dicen que un carnicero zen hace un corte preciso y la res entera se quiebra en pedazos/como un rompecabezas. [...]" Él "La buscó. La buscó en todas partes. Por las desnudeces/de su imaginación. En la tristeza. En las madrigueras. Como el temblor del ciervo que se aleja en el bosque a finales de invierno./El sabía que destruiría al ciervo". Ella no quiere ser sino destruida. Ella ama la belleza del marido.
Los 29 tangos que componen La belleza del marido son 29 poemas a través de los cuales se nos narra la historia de un matrimonio o, más bien, la historia de una mujer subyugada por la atracción que siente por su marido.
[...] ¿Cómo consigue alguien
tener poder sobre otro? Es una pregunta algebraicasolías decir. "El deseo al cuadrado es amor y el amor al
cuadrado es locura".
La locura al cuadrado es matrimonio
añadí
La historia gira sobre la idea, desprendida de un verso del poeta John Keats, de que la belleza es verdad. De hecho, puede considerarse que toda esta obra es un homenaje al poeta romántico, pues cada uno de los veintinueve tangos que la componen va precedido de alguna cita o verso del británico.
No son las de Keats las únicas referencias literarias con las que me encuentro. La mayoría de ellas son referencias latinas o griegas, no en vano Carson es versada en literatura clásica. No es de sorprender, por tanto, que la poeta canadiense elija una clase de latín para que la por entonces futura esposa se obnubile por la belleza de su futuro cónyuge. Cuenta entonces quince años, curiosamente la misma edad a la que se le despierta a la poeta canadiense su interés por las letras antiguas. No quiero decir con esto que La belleza del marido sea una obra autobiográfica (poco sé, además, de la vida íntima de Carson), pero sí que, como se dice en uno de sus versos, "la ficción da forma a lo que se derrama en nosotros".
Me ha llamado la atención y me ha gustado también mucho la relación de ese matrimonio con la escritura, así como la relación entre marido y mujer a través de la escritura. Es una constante a lo largo de estos poemas. Desde cuando casi al comienzo de este libro (edición bilingüe, por cierto, por si alguien tiene interés en leer los poemas en su inglés original) la esposa nos confiesa que al marido le daba pereza comenzar a escribir y por eso le robaba sus comienzos, incluso alguno de sus escritos, pasando por el telegrama que él le remite a ella, justificándose por su premonitoria ausencia en su propia boda, con un escueto "Pero no llores por favor/[...]/Cinco palabras por un dólar", hasta culminar con la última carta que él le escribe y que firma como "Marido en exilio", la cual contiene los siguientes reveladores versos (como se dice en la propia carta, "el señuelo que convierte la guerra en una adicción para algunos;/ese olor a tocino caliente de la contradicción pura") sobre la relación que han sostenido en el tiempo: "Pongo en tus manos mi destino. Pero no te apiades. Ni vuelvas./Es la única oportunidad que tenemos de asombrarnos el uno al otro".
Sobre esta relación epistolar, no me resisto a compartiros parte de uno de estos tangos, entre otras cosas porque me han hecho acordarme de mi admirada e inigualable Marina Tsvietáieva y de sus, salvando las distancias, idilios cerebrales:
No se equivocaba aquel desdichado antropólogo al decirnos
que la función principal de la escritura es esclavizar
seres humanos. Los usos intelectuales y estéticos
llegaron después.Llegaban cartas.
Con cartas el marido la ataba a él.
Las cartas, un alimento necesario y natural, llegaban
con mucha menos frecuencia que la comida.Las cartas hacían que un día fuese diferente de otro, lleno de sol.
Decir lo que contenían las cartas es imposible. [...]
Más fácil es decir qué sentía cuando no recibía carta.En las cartas ambos, escritor y lectora, descubren una
imagen ideal de sí mismos, todo lo que se necesitan son
pasajes breves deslumbrantes.La espera se enrosca dentro de ella y se lame y lame las patas.
Me he acordado también leyendo este libro de esa otra obra en este caso en prosa (y esta sí autobiográfica) pero cargada de potentes imágenes poéticas que es En Grand Central Station me senté y lloré de Elizabeth Smart. Creo que ello es así porque ambas son historias de enamoramientos inminentes que lastran a sus protagonistas hacia una relación tormentosa de idas y venidas, aunque supongo que también porque en ambas está presente la belleza no del marido sino de la escritura de sus respectivas autoras: arrolladora, en el caso de Smart; más precisa en el de Carson.
Sí, los versos de Anne Carson son precisos y consigue con las palabras justas e inequívocas transmitirnos lo que pretende en cada tango, pero, aun con esa capacidad de transmisión y con esa belleza y con lo mucho que me ha gustado la experiencia de leer esta historia poemada (termino que acuñé para el poema Tres mujeres de Sylvia Plath, la cual pronto regresará al blog), me ha faltado eso que busco siempre las pocas veces que me acerco a la poesía: me ha faltado algo que me conmueva, que termine de traspasarme, ese no sé qué que qué se yo.
Me acerco al punto final de esta entrada (nunca sé muy bien cómo hablar de poesía, por eso muy pocas veces lo hago) y aún no sé muy bien si terminarla con esa verdad contenida en los versos "El dolor permaneció./La belleza no permanece" o si hacerlo con el consejo implícito en "retén./Retén la belleza". Creo que la ella que he visto en este tango que fue su matrimonio hubiera elegido la segunda opción, ya que para ella era la única; así, pues, lo haré con esa sinonimia que tan a menudo se da entre no poder y no querer.
y no pido disculpas porque como he dicho no fue culpa mía, estaba desprotegida
frente a la existencia
y la existencia depende de la belleza.
Al final.
La existencia no parará
hasta conseguir la belleza y entonces se sucederán todas las consecuencias que conducen al final.
Ficha del libro:
Título: La belleza del marido: un ensayo narrativo en 29 tangos
Autor: Anne Carson
Traductor: Andreu Jaume
Editorial: Lumen
Año de publicación: 2019
Nº de páginas: 224
ISBN: 978-84264-0718-4
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