Teníamos estas seis cajas de cartón dando vueltas por casa, sin saber muy bien qué hacer con ellas, hasta que se nos ocurrió darles una utilidad. Le comentamos la idea a una de nuestras niñas quién, inmediatamente, la aceptó encantada con tan sólo una condición; que las pintásemos. Y no, no se refería a la parte azul de las cajas...
Sino a la blanca, pues, aunque no se aprecia demasiado bien, estaba llena de publicidad.
Tras dos manos de color blanco roto, ni rastro de nombres ni marcas...
Con las manos, cortamos los dibujos de esta servilleta tan romántica...
..., que aplicamos con decoupage sobre la superficie de cada pequeño contenedor.
Y así quedaron transformados.
Hemos adherido los motivos por las dos caras más largas de cada uno.
Y ahora os preguntaréis cuál será su destino...
Para eso, tenemos que trasladarnos al cuarto de una de nuestras hijas y abrir el cajón de los calcetines... Mantenerlo ordenado resulta complicado...
Salvo que los agrupemos en nuestras nuevas cajitas, pensadas y decoradas directamente para los díscolos pares.
Ahora sí, abrir este cajón se convierte en una experiencia placentera y, aunque no se aprecie a primera vista, la belleza está en el interior...
Nos hubiera encantado hacer las ultimas fotos con luz natural, pero ese día no paró de llover y estuvo oscuro como boca de lobo... Y si os estáis preguntando dónde ha ido a parar la parte azul de cada caja, se encuentran cumpliendo la misma función pero en el lado masculino de la casa, y sin intervención alguna por nuestra parte, pues ese color fue acogido con mucho gusto tal cual.
Con este sencillo y útil reciclaje nos despedimos por hoy.
¡FELIZ FIN DE SEMANA!