Hoy en día todos nos preocupamos más por cómo lucimos en el exterior que lo qué hay en el interior.
Tanto hombres como mujeres están tan enfocados en su físico que se olvidan de todo lo demás, si nos remontamos a la época de los 80’s cuando una mujer “robusta” se consideraba “dentro de las normas” y pasamos a los 90’s y los 00’s cuando de alguna manera si no se te veían los huesos ya no entrabas en los estándares de belleza.
Al inicio de cada año los gimnasios están llenos de personas cumpliendo su propósito de Año Nuevo, que solo dura aproximadamente un mes, de ahí solo permanecen aquellos que tienen más constancia, sin embargo para abril las personas que acuden son mínimas; según algunas personas que trabajan en esos lugares, mencionan que en Julio sube nuevamente la demanda sin embargo para agosto está vuelve a disminuir, supongo que sería el mismo patrón de inicio de año.
Lo que al parecer se nos olvida a todos es que si importa como luces por fuera, claro, sin embargo, también importa muchísimo como eres por dentro, y no si tienes dos riñones o buenos pulmones, si no cómo tratas a un mesero, o al que limpia en tu oficina, o aquel chico que trabaja en un restaurante de comida rápida para seguir estudiando, lo que importa es cómo eres con tus papás, con tus hijos, con tu esposa o esposo, creo que eso se nos olvida, y nos enfocamos tanto en no tener esos kilos de más o tener esos músculos porque las chicas me mirarán más, que se nos olvida que al final del día, no importa como luces, importan las personas que se quedan a tu lado sin importar el tipo de ropa, la talla o tus zapatos, algunas veces se llama familia y algunas otras se llaman amigos.
En cada época, se le llamará “belleza moderna” porque es lo actual, y en cada una tendrá su forma de pensar, pero en todas ellas, lo que nunca cambiará es como te ves a ti mismo y como eres tú con los demás.