Revista Opinión

La berlusconización de la política española

Publicado el 17 febrero 2011 por Romanas
La berlusconización de la política española
Si tratamos de establecer cuáles son los parámetros que constituyen el eje de la actuación política de Berlusconi los podemos sintetizar de esta manera:
1-la asunción de un descarado cinismo que se enfrenta a la opinión pública completamente convencido de que su dominio absoluto de los medios de comunicación no dejará que éstos actúen nunca en su detrimento;2-la más completa desmoralización de la práctica política que se pone al servicio de los intereses personales propios de la clase gobernante hasta un punto no conseguido nunca hasta ahora:1-A) todos los diarios italianos, menos uno o dos, son dominados férreamente por este nuevo y ferocísimo Mussolini que no tiene reparo alguno en utilizarlos a su favor silenciando todo lo que pudiera significar una crítica por mínima que sea y propalando una serie de encomiásticas expresiones que carecen absolutamente del menor fundamento;1-B) todas las emisoras de TV, menos la Rai estatal, le pertenecen y todas ellas realizan una labor de ocultamiento de lo peyorativo y ensalzamiento de lo inexistente respecto a su propietario que supera incluso, si es que ellos es posible, esa asquerosa sumisión a los intereses del PP que sufre la televisión oficial valenciana.Es exactamente igual a lo que ocurre en España, con la sola diferencia de que aquí, la personalidad de Berlusconi aparece desdoblada y por comunidades autónomas, dado el sistema de su organización política territorial.Así, en la comunidad valenciana, por ejemplarizar, Berlusconi sería una síntesis de dos especímenes políticos claramente estereotipados: Camps y González Pons.CAMPS: es la persona que asume la gestión de la insuperable corrupción que representa toda la actuación política del PP:A) contaminación hasta la total podredumbre de la función pública, que alcanza parámetros incluso superiores a los de Berlusconi en Italia, dado que el nivel cultural del ciudadano valenciano es muy inferior al de su homólogo italiano, hasta el punto de que toda la actividad política se concreta en una especie de “do ut des”=”te doy EQUIS para que tú me des a mí lo que yo necesito de la Administración publica para obtener el máximo beneficio para mis empresas a cargo o en perjuicio de los intereses de los ciudadanos de  esta comunidad que, en el colmo del borreguismo, encima aplaudirán el expolio que continuamente les hacemos;Un inciso para comentar la increíble ceguera política de una ciudadanía que parece, una de dos:1-o completamente ciega ante el abuso que supone que el dinero obtenido de sus impuestos sea malversado en favor de los que ya lo tienen por castigo, lo que provoca inexorablemente el enriquecimiento delictivo, injusto y vertiginoso de su clase política al  propio tiempo que su empobrecimiento como ciudadanos, que pierden a raudales calidad o sufren incluso la supresión de los servicios públicos a los que, como tales, son acreedores;2-o completamente corrupta, incluso más aún que sus propios administradores públicos, porque no sólo consiente sino que aplaude, celebra y garantiza con su voto la perpetuación de este estado de cosas.GONZALEZ PONS:Encarna la función que el Conde Ciano realizó para su suego Mussolini y la de Goebbels respecto a Hitler, sólo que con más descarado cinismo aún, puesto que llega a decir cosas tales como que ellos, los del PP, representan al partido que defiende a los trabajadores cuando son la bota claveteada que oprime sus gargantas contra el suelo, los que pretenden dar el último golpe mortal a lo que resta del Estado de bienestar en este desdichado país nuestro en el que concurren las 2 más grandes desgracias que pueden afligir a un pueblo: la coincidencia de un partido dotado del mayor de los cinismos posible y de la peor de las ideologías y un pueblo totalmente desorientado y pervertido por el uso  y abuso de unos medios de comunicación que han vendido íntegramente su alma al peor de los demonios: el capitalismo.Que su Dios, ese dios que encarnan la Conferencia episcopal española y el Vaticano, nos coja confesados.

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